EL LABERINTO DEL PENSADOR - CONTINUACIÓN 3ra PARTE

LOURDES TARRATS

EL LABERINTO DEL PENSADOR - CONTINUACIÓN 3ra PARTE

Con una mano lo acariciaba torpemente por encima de la ropa, mientras con la otra se colaba decidida por dentro del pantalón, como ladrona de carne. Buscó a ciegas hasta que sus dedos tocaron lo que querían tocar. Lo sacó sin ceremonia, sin permiso, sin disculpas. Y entonces se sentó sobre él con la fuerza de una mujer que no viene a pedir: viene a tomar.

El tiempo —ese que nunca necesita empujones— se encargó de hacer del caso un hecho breve.
El pensador, al primer contacto íntimo, con roce y fricción, entró en una convulsión incontrolable. Eyaculó. Así, sin advertencia ni gloria. Un segundo estaba adentro, y al siguiente solo quedaba la sombra de lo que fue: un trueno sin tormenta, un disparo sin guerra, un poema sin rima.

Doña Azucena, entregada al vértigo de su propia danza, ni se enteró. Seguía brincando encima del cuerpo ya exhausto del pensador, rebotando como rana en carnaval: arriba, abajo, abajo otra vez, y otra vez más arriba, como si en ese vaivén pudiera alcanzarse a sí misma.

El pensador, incapaz de participar del mismo frenesí, sentía el peso del día sobre los huesos: la caminata, el ajetreo, la corrida por el pasillo, y esa descarga precoz que se le escapó como ladrón en la noche, dejándolo pálido y seco como página vieja.

Y mientras ella subía y bajaba, montada en su propia marea, él pensó.

"Esto es física", se dijo.
Y comenzó a analizar la escena como si fuera parte de un experimento:
"Si un cuerpo se mueve con velocidad constante sobre una superficie lisa, continuará en movimiento si no se aplican razonamientos ni otras fuerzas sobre él..."
"Ahora bien, si se desea cambiar la posición de un cuerpo en reposo —como el mío en este preciso instante—, es necesario ejercer una acción externa: un empujón, un levantamiento, una torsión."

Basado en dicha teoría —y con la poca energía que le quedaba— activó los codos como único motor. Con una torsión lenta pero heroica, ejecutó una maniobra acrobática digna de medalla olímpica: la volteo.

Ahora él estaba arriba de Azucenita, mirándola desde el trono que, al menos por un momento, le correspondía.

Ella abrió los ojos, sorprendida. Pero lo que él vio en ellos no fue desconcierto. Fue hambre. Pura, cruda, impúdica hambre. Y algo más. Algo mucho más profundo…

Entonces, como si esa mirada le hubiese devuelto el aliento, su cuerpo volvió a endurecerse. Un resorte renacido.
Sin pensar, solo por instinto, empezó a empujar.
Medio adentro, medio afuera: como castigo, como juego. El túnel plácido de Azucena lo devoraba, húmedo y cálido, con ese espasmo vivo que solo las mujeres con pecado en la sonrisa saben administrar.

Y entonces empezó la caravana.

Las manos del pensador eran viajeros curiosos: recorrían el contorno de Doña Azucena como si fuera tierra recién descubierta. Sentía su calor, su perfume, su sal. La besó con urgencia, y cuando las lenguas se cruzaron, el tiempo dejó de existir.
Alientos mezclados, almas entrelazadas, palabras rotas esparcidas como ceniza entre jadeos.

Y así, sin filosofía.
Sin teoría.
Sin cálculo.
Solo carne.
Solo deseo.
Solo dos seres montados en el lomo caliente del presente, cabalgando hacia ningún futuro.

Después, mientras el sudor se secaba en su piel y el silencio se instalaba como una sábana liviana entre ambos, al pensador le vino un pensamiento que no era ciencia, ni análisis, ni fórmula. Era recuerdo en construcción.

Y entonces, como si en su mente aún quedara espacio para la poesía, surgieron palabras sueltas que se fueron armando solas, con la ternura inesperada que sigue a los incendios:

Nunca habría imaginado el pensador que aquella experiencia, tan carnal y tan profunda, habría de volverse eterna en su memoria y se convertiría en su más preciado tesoro... hasta el último día de su vida.

El Pensador:

No supe el valor del instante
hasta que sus manos borraron el tiempo.
No entendí el lenguaje del cuerpo
hasta que el suyo dijo mi nombre en silencio.

Fue deseo, fue caos, fue locura...
pero en el fondo, fue ternura disfrazada de incendio…

  • Autor: LOURDES TARRATS (Offline Offline)
  • Publicado: 23 de agosto de 2025 a las 22:04
  • Comentario del autor sobre el poema: Queridos amigos, Gracias por acompañarme nuevamente en este recorrido por El laberinto del pensador, donde la razón tropieza con el deseo, y el cuerpo a veces dice lo que la mente no alcanza a comprender. En esta nueva entrega, nuestros protagonistas —Doña Azucena y el pensador— se sumergen en un encuentro que va más allá del juego carnal: entre la torpeza, el vértigo y el sudor, nace una chispa de algo más profundo... una conexión que, sin saberlo, empezará a marcar sus destinos. El humor sigue presente, porque la vida nunca deja de reírse de nosotros, pero en esta escena también se asoma la ternura: esa que no se planea ni se explica, pero que se queda. Gracias por seguir caminando a mi lado por este laberinto. Los invito a leer con el corazón despierto… y los sentidos atentos.— Lourdes
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 22
  • Usuarios favoritos de este poema: ElidethAbreu, El Hombre de la Rosa, liocardo, Nelaery, Javier Julián Enríquez, Mª Pilar Luna Calvo
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Comentarios5

  • ElidethAbreu

    Lourdes, que placer caminar palmo a palmos este laberinto.
    Gracias por tus letras y el privilegio de sentirlas.
    Abrazos.

  • Nelaery

    Es bello el relato que nos habla de pasión y de ternura.
    Me encanta cómo nos describes las escenas desde un toque de humor y, al final, el encuentro inesperado con la ternura que sintió El Pensador y recordó hasta el último día de su vida.
    Muchas gracias por compartirlo, Lourdes.

    • LOURDES TARRATS

      Queridísima amiga Nelaery,
      Qué alegría me da saber que has sentido esa mezcla de pasiones y ternuras que intento transmitir.
      Para mí es importante que, más allá del deseo o la ironía, se intuya ese fondo emocional que mueve a los personajes, aunque ellos mismos no lo entiendan del todo.
      Me conmueve que hayas destacado ese instante final del capítulo… porque es justo ahí donde empieza a germinar algo que irá creciendo en el corazón del pensador —y quizás también en el nuestro. Tomaré una breve pausa antes de continuar, pues necesito que los personajes se desarrollen aun mas para darle mas profundidad a la historia.
      Gracias por leerme y por acompañarme en esta historia que me está regalando tanto.
      Un abrazo enorme, amiguita,
      Lourdes

      • Nelaery

        Me gusta tu historia . Y, eso que está al principio.
        Me llamó la atención de que El pensador, además de tener una experiencia erótica, no lo dejara ahí, sino que supuso una emoción.
        Un abrazo.

      • Javier Julián Enríquez

        Muchas gracias, Lourdes, por esta nueva entrega de “El laberinto del pensador”. Se puede apreciar que el relato expone una representación simbólica de la vivencia física y emocional asociada al encuentro amoroso. La dicotomía entre la razón («física») y la pasión («carne») se resuelve en la trascendencia del instante, donde la memoria se convierte en el tesoro perdurable. En este sentido, el lenguaje metafórico, caracterizado por su capacidad de transmitir significados de manera implícita y simbólica, se erige como un elemento primordial en la construcción de la intensidad y la transformación interior.
        Un cordial saludo y fuerte abrazo con mi más afectuoso aprecio

        • LOURDES TARRATS

          Querido amigo Javier,
          Gracias de corazón por acompañarme en este viaje que es El Laberinto del Pensador. Leer tus comentarios, sentir la complicidad y saber que estos personajes —tan imperfectos, tan intensos, tan humanos— han tocado algo en ti, es para mí un regalo inmenso.
          Quiero comentar que haré una breve pausa en la continuación de la novela. Como sabes, estas historias no se escriben con prisa: se sienten, se respiran… y a veces, necesitan reposar para tomar su forma más sincera.
          No es un adiós, solo una pausa para dejar que las palabras se acomoden y los personajes digan lo que tienen que decir.
          Gracias por tu paciencia, tu presencia y tu cariño.
          Nos reencontraremos muy pronto en el próximo giro de este laberinto.
          Con todo mi afecto, un abrazo a mi amigo de leras,
          Lourdes

        • liocardo

          Es que azucenita también es de armas tomar. Sabe lo que quiere. A veces me da pena el pensador por sus confesiones y otras vergüenza ajena por no saber abandonarse a los deseos de una dama pragmática y con los pies en la tierra.

          De verdad que además de reírme mucho con tu relato me emociona de una manera impresionante tu narrativa entre lo absurdo, lo mágico, lo realista y fantástico...

          Eres muy buena dejando volar tu libre imaginación y transmitirla de una forma tan gráfica.

          Te imagino escribiendo y riendo mientras plasmas en letras esas situaciones. Y me enternece saber que es así. Que disfrutas junto a tus lectores de esta aventura que has iniciado.

          Gracias, poetisa y escritora, novelista Lourdes. Es un privilegio poder seguir tu creatividad y una generosidad por tu parte que la compartas con nosotros.

          Un abrazo, querida, admirada y apreciada amiga.

          Lio... Leo y escribo.

        • Mª Pilar Luna Calvo

          Muy bueno, me he leido de un tirón las tres partes, se te da muy bien el relato, felicidades.



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