Nada

Nada como música
para despertar, abrir
los ojos y ver lo mismo
teñido de otro color, uno
que aún no rosa sirva
para ensancharse larga
una sonrisa en el rostro. 
Nada como vertir ya tem
prano un balde bien lleno
de notas al aire de la habi
tación para que todo se im
pregne de un color adecua
do al vivir, al subsistir. 
Nada, ni una ducha, una
tostada bien crujiente
rompiéndose por entre tus
labios, ni siquiera un hacer
el amor contra la pared blanca
del salón, ni eso siquiera...
Nada como una buena música
que te conecte con lo de más
adentro, con tus fibras, con tus
porqués y tus miedos y sacarlos,
sacarlos al viento y que se vayan
con él a otras latitudes, adonde
se hagan tormentas y se terminen
a sí mismos para siempre —forever—.
—De hecho —para más información—,
esto que perpetro tiene como fondo
de armario alguna que otra canción—.