Cómo olvidar

Cómo olvidar

Cómo olvidar
cuando la memoria se niega a ser mapa
y prefiere ser cicatriz.
Cómo arrancar del pecho el hábito de creer,
esa vieja costumbre que llamábamos fe.

Cómo escapar
si el miedo es un animal que conoce mi nombre
y me espera en las esquinas con la sonrisa de ella.
Cada paso atrás rebota como una mentira
un ladrido antiguo que vuelve a morder.

Cómo dejar de amar
si el corazón insiste en hacer de la duda una casa,
y en cada habitación prende su retrato.
No es su cara la que me quema, son sus palabras,
polvo fino que se pega a la lengua y no se va.

Cómo hacer que no duela
si el simple acto de mirarla es abrir una caja hueca
donde las mentiras se apilan como platos rotos.
El retrato me devuelve la voz que ella me robó,
me devuelve la costumbre de creer en lo que no era.

Cómo dejar de creerle
si el amor me enseñó a ser crédulo, a ponerle sal a la herida.
Ella mintió como quien respira, sin pensar, sin pausa.
Y yo la creí, como quien cree en un tren que nunca llega,
porque creerla dolía menos que la soledad que quedaba después.

Cómo se olvida
cuando el camino de salida es un espejo helado.
Olvidarla es una operación a corazón abierto
donde tengo que dejar de ser yo para no sentirla.
Alejarme duele, quedarse duele, y entre ambos caminos
se instala una lluvia de vidrios con mi nombre escrito.

Me enseñó la anatomía de la mentira
los pliegues, la ternura programada, la caída lenta.
Me enamoré como se envenena un animal domesticado
con fidelidad absurda, sin saber que la mano que daba comida
también cerraba la jaula.

Y ahora lo único cierto es el dolor del doble filo
olvidarla me exige amputarme en partes;
recordarla me exige sobrevivir a cada día con los pedazos.
Camino el pasillo de las razones y no encuentro salida,
solo la lámpara pálida de una verdad
cada mentira nueva la vuelve más viva dentro de mí,
cada intento de huida la deja prendida en la garganta.

No sé cómo olvidar.
No quiero.
No puedo.