Leonardo, cuando llegas, nace el día,
y el alba se arrodilla ante tu paso,
mi pecho se despierta en melodía
y el mundo se diluye en tu abrazo.
Tu nombre es como el rosicler temprano,
que pinta de carmín la piel del cielo,
y yo, temblando, busco con mi mano
tu luz que me redime del desvelo.
Leonardo, eres la aurora que me guía,
el canto que en mi sombra se pronuncia,
la llama que convierte noche fría
en templo de pasión, que se preanuncia...
Cuando te miro, el sol se vuelve niño,
y aprende de tu rostro su fulgor,
el aire se perfuma de cariño
y el tiempo se arrodilla ante tu amor.
Leonardo, cada instante que respiro
te invoco como el alba a su rocío,
mi cuerpo es un altar donde te miro
y mi deseo, un río hacia tu río.
Eres el despertar de mis sentidos,
la luz que en mi silencio se derrama,
el fuego que consume los latidos
y deja en mí tu huella hecha con llama.
Leonardo, rosicler de mi mañana,
mi verbo se arrodilla ante tu ser,
y cada verso que mi alma desgrana
te nombra como el sol al renacer.
Y si algún día el alba no llegara,
yo ardería en tu nombre, sin final,
pues tú eres el fuego que anidara
mi fuego, mi rosicler celestial.
-
Autor:
Annabeth (Seudónimo) (
Online)
- Publicado: 22 de agosto de 2025 a las 01:20
- Comentario del autor sobre el poema: ¡Cuánto amo a mi Leo! 😍💋🌹💌🔥
- Categoría: Amor
- Lecturas: 1
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.