Sed

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"Te deseo como quien tiene sed en el desierto"
Amor,
Esta carta no es solo para hablarte con el corazón,
es para hablarte también con la piel.
Porque sí, te amo.
Te amo de una forma que no sabe estarse quieta.
Te amo con ternura, sí, pero también con hambre.
Con esa necesidad física de tenerte,
con esa desesperación de quien no ha probado agua en días
y encuentra en tu cuerpo un oasis sagrado.
No sabes lo que provocas en mí.
Ni siquiera tú alcanzas a entender el efecto que tienes.
Tu forma de caminar, tus manos,
la curva de tu espalda, tu voz…
todo lo tuyo me pone en alerta,
como si mis sentidos se encendieran uno por uno solo con verte.
Te deseo de maneras que me asustan.
Te deseo con el alma,
pero también con los huesos, con la boca seca,
con las manos inquietas, con la respiración entrecortada.
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A veces tengo que cerrar los ojos
porque si te sigo mirando,
siento que me derrumbo.
Tu presencia me desarma,
me vuelve torpe, me incendia la sangre.
Tu olor me persigue.
Tu sonrisa me persigue.
Tus suspiros me persiguen.
Y no hay lugar donde esconderme de ti,
porque tú vives dentro de mí.
Tu nombre es un eco constante en mi mente,
y tu cuerpo es una idea fija que me desvela.
Lo imagino a oscuras,
a centímetros del mío,
sin barreras, sin ropa, sin miedos.
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Te deseo de noche y de día.
Despierto y dormido.
Te deseo con furia, con ternura, con urgencia.
Quiero tocarte sin pudor.
Quiero besarte hasta que te falte el aire.
Quiero rozarte tan lento que se te olvide el tiempo.
No te quiero solo para besar tu boca.
Te quiero para perderme en cada parte de ti.
Tu cuello, tus hombros, tu espalda,
las pequeñas cicatrices que ya reconozco como parte de mi mapa.
Quiero acostarme contigo y hablar de cualquier cosa,
pero también quiero callarte con la boca.
Quiero tus manos enredadas en mi cabello.
Quiero tus uñas en mi espalda.
Quiero tus jadeos en mi oído como oración sagrada.
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No es solo deseo físico.
Es mucho más complejo que eso.
Es una especie de obsesión suave y profunda,
como esas canciones que no puedes dejar de escuchar
aunque ya te sepas la letra.
Es una tormenta tranquila.
Es un relámpago tibio.
Es querer meterte en el alma
pero también en la cama.
> Es querer hacerte el amor con el cuerpo…
Y con las palabras.
Con la piel y con los silencios.
Con las ganas y con los temblores que no se dicen.
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A veces me detengo y me pregunto:
¿será normal lo que me pasa?
¿Es posible que alguien despierte tantas cosas a la vez?
Y luego me digo: no me importa.
No quiero que sea normal.
No quiero que esto sea común.
Porque esto que siento por ti no cabe en lo habitual.
Esto es distinto.
Esto es salvaje.
Esto es devoción y deseo disfrazados de necesidad.
Tú eres mi lugar seguro,
y al mismo tiempo mi perdición.
Eres mi calma después de una guerra,
y también la guerra misma.
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Si supieras cuántas veces me he imaginado contigo,
con la piel entrelazada,
con el sudor compartido,
con los labios perdiéndose en los rincones del otro…
Si supieras…
Me das vida.
Me das ganas.
Me das todo lo que no sabía que necesitaba.
Y a veces pienso:
si esto es solo el principio,
¿cómo será tenerte para siempre?
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Quiero todo contigo.
Lo prohibido y lo permitido.
Lo lento y lo brutal.
Quiero amarte hasta que ya no podamos más.
Quiero abrazarte y no dejarte ir jamás.
Porque te amo con el corazón, sí…
pero también con el cuerpo, con el deseo,
con el alma cansada que solo encuentra consuelo en ti.
Y por eso escribo.
Porque no puedo más.
Porque lo hormonal me explota en el pecho
y solo tú puedes calmar esta locura dulce que me recorre.
Eres mi todo. Mi deseo. Mi calma. Mi infierno dulce.
Y si un día te tengo frente a mí,
desnuda de ropa y de miedo,
te juro que no te amaré con prisa,
sino con devoción.
Como se ama lo que se espera toda una vida.
Con cada latido.
Con cada caricia.
Con cada gemido…
Y con todo lo que somos cuando dejamos de hablar
y dejamos que los cuerpos digan lo que callamos.
— Tuyo. De todas las formas posibles.
Yostin.
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