Una reflexión sobre la integridad personal y la presión social
Introducción
En la construcción de una identidad coherente y sólida, existen tres pilares fundamentales: el querer, el hacer y el parecer. Estos elementos, cuando se alinean, dan lugar a una vida íntegra, guiada por convicciones internas más que por expectativas externas. Sin embargo, no todos logran esa armonía. En un mundo donde la apariencia suele pesar más que la verdad, muchos se ven arrastrados por la necesidad de aceptación y el miedo al juicio.
Desarrollo
El hombre íntegro se reconoce por la cohesión entre lo que desea, lo que hace y lo que transmite. No necesita grandes discursos para validarse; su accionar y su ética lo definen. Para él, los ideales no son teorías abstractas, sino principios encarnados en su conducta diaria. Esta coherencia, que exige coraje y claridad interior, no depende del juicio externo.
Por otro lado, existe un patrón común en muchos individuos: la búsqueda de aprobación. Viven intentando complacer, modelando su comportamiento según las expectativas de su entorno. No necesariamente por hipocresía, sino por inseguridad. Esa necesidad de “pertenecer” los lleva a diluir sus verdaderos deseos, cayendo en el molde de lo socialmente aceptado.
En este contexto, quienes se atreven a actuar desde la autenticidad y a expresar sus pensamientos sin filtros suelen ser marginados. La sociedad —estructurada para premiar la obediencia y castigar la disrupción— los juzga por no seguir las normas impuestas por mayorías o por quienes ostentan el poder de moldear creencias.
Luis prieto
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Autor:
Luis prieto (
Offline)
- Publicado: 20 de agosto de 2025 a las 02:05
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 2
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