Desde el momento en que ella abrió los ojos a la luz,
Él juró protegerla a través de las sombras y la noche.
En su primer aliento, él escuchó una canción:
Una melodía de amor, duradera y fuerte.
Él le toma la mano cada nuevo día,
Guiándola suavemente por el camino.
Con cada paso, con cada caída,
su amor permanece firme, a pesar de todo.
Él ve en ella las estrellas del cielo,
un espejo de esperanza, de verdad, de amor.
No es solo una niña, sino su corazón liberado,
una parte de él para la eternidad.
Cuando las tormentas rugen y los vientos salvajes azotan,
sus brazos son un refugio, siempre ahí.
Ni el tiempo ni la distancia pueden borrar
el vínculo que comparten, su lugar sagrado.
Y cuando ella se levanta para construir su propio cielo,
él sonríe entre lágrimas y la deja intentarlo.
Aunque ella crezca y camine sola,
su amor la envuelve como un hogar.
El amor de un padre, tan profundo, tan amplio,
una fuerza silenciosa, una marea fiel.
Vive más allá de la carne y el aliento,
una luz que brilla incluso a través de la muerte.
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Autor:
Orelac - el Arquitecto Verde (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 19 de agosto de 2025 a las 14:29
- Comentario del autor sobre el poema: José Mario Calero Vizcaino & AI
- Categoría: familia
- Lecturas: 4
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