(primera parte)
Allí en la lontananza,
Un castillo se hace visible,
Con unas cuantas almenas,
Y sus correspondientes pendones,
Invitando a un festejo,
A todo aquel que llegará,
O el lugar visitará.
Un castillo,
Engalanado de enormes jardines,
Con varias fuentes,
Y arboleda,
Paseando por el lugar,
Nobles,
Reyes,
Príncipes y demás,
Con motivo de una petición,
O solicitud de mano,
De la princesa,
Un lugar ideal,
Para disfrutar,
De un momento sin igual,
Si enriquecidos estas.
Pero la historia,
Que aquí ocurre,
De muy distinta manera.
La princesa, no opinaba igual,
Desposarse no quería,
Y el padre, convencido estaba.
La princesa, es una muchacha linda,
Con cabellos color del sol,
Y ojos, color cielo,
El motivo de la petición,
Le enfadaba,
Y no quería.
En su habitación,
Se encontraba,
Harta de la situación,
Por el ventanal huyo,
Y del castillo se alejó,
Aprovechando un descuido,
De sus guardianes,
El cual alerto,
De su ausencia,
Cuando cuenta se dio.
En el bosque se adentró,
La princesa,
Algo oscuro sintió,
Pero no le achanto,
Continuo,
Corriendo como el viento,
El caballo trotaba,
Por el mismo lugar,
Paso una y otra vez,
Hasta que por fin paro,
Y recapacito,
Que, por ese sitio,
Muchas veces, ya paso.
Enfrente suya,
Una sombra oscura,
De detrás de un árbol,
Se materializo,
Interrogándola,
¿Qué hace una princesa,
Por el bosque paseando?,
¿Y con esa prisa?,
Respondiendo su alteza,
Eso poco le importa a vos,
Tan solo dígame, por donde salir,
Dígame su nombre,
La sombra,
Su nombre no le facilito,
Diciéndole, que no saldrá,
Y se quedará,
La princesa, no conforme.
Otra vez, al caballo incita,
Con la espuela,
Para por su cuenta,
Para completar su escapada,
Llegando al mismo sitio,
Nuevamente,
Allí estaba la sombra,
Esperándola,
Preguntándole,
¿ya se ha cansado
¿De buscar la salida?,
Contestando, no,
Pero, ¿Qué quiere?,
Enfadada.
La sombra,
Le comunica,
Que le concedía tres deseos,
Que lo pensará bien,
La princesa, contesto,
¿En serio?,
La sombra sí, contesto.
La princesa,
Mentalmente pensando,
Se quedó,
Un buen rato,
Y a su cabeza,
Le vino,
Salir del bosque,
Que un príncipe,
Le rescate,
Y que su padre,
Dejé de buscarle pretendiente,
No lo dijo de palabra,
Pero la sombra,
Mentalmente los recibió,
Y cuando la princesa,
Fue a comunicarlo,
La sombra,
Le dijo,
Aceptados,
La princesa,
Sorprendida se quedó,
Si no los comunico,
¿Cómo enterarse ha podido?
La sombra,
Contesto,
Que dentro de su mente estaba.
Tras decir la última palabra,
Un caballero de brillante armadura,
Con lanza,
Espada y escudo,
De la nada apareció,
Y la sombra reto,
Está desapareció,
Cuando atravesado,
Por la espada del caballero.
A la grupa del caballo,
La subió,
No sin antes,
Quitarse el yelmo,
Darle aire,
A su melena negra,
Dejando visibles,
Sus ojos,
Color del mar.
Presentándose,
Soy, Sir Artur,
La princesa,
Primera vez,
Mariposillas, sintió,
Se enamoro.
Un haz de luz,
La salida le mostró,
El destino,
Los condujo, al castillo,
De donde se escapó,
Huyendo de él.
Pero algo cambio,
El bosque que oscuro estaba,
Retorno a su color original,
Los animales volvieron,
El canturreo del jilguero,
El pájaro carpintero,
Haciendo su casa en el árbol,
La felicidad volvió,
Pero no solo,
Eso cambio,
Al pasar el puente,
De las almenas,
Fuegos artificiales,
Brotaron,
El rey y la reina,
Esperando a los pies de la escalera,
Perdón a su hija,
Le pidieron,
A todos echaron,
Que ella eligiera,
A quien quisiera,
Su hija al verlo,
Tras bajar del caballo,
Ayudada del caballero,
A ambos, abrazo,
Y a su héroe les presento,
El caballero, se postro,
Ante sus majestades,
Y le invitaron a levantarse,
Contentos estaban,
Al ver que su hija,
Buena elección hizo,
Y que sus ojos,
Del caballero, no se apartaban,
Y los de él,
Igualmente, amor expresaban,
Hacia ella,
En ese momento,
Sir Artur,
Formalmente le solicito,
Con las mejores maneras,
Y educadamente,
La mano de la princesa,
Para confirmar,
Que, la princesa,
De acuerdo, estaba,
Dijo que sí,
Con las mejillas sonrojadas,
Los reyes,
Al ver, que amor,
Entre ambos existía,
Se la concedieron.
Un gran banquete,
En honor a la unión,
Se festejo,
Pasados varios,
La boda se formalizo,
Realidad, se hizo,
La princesa,
Un largo vestido llevaba,
Con un velo lindo,
El caballero,
Con elegante uniforme,
Y condecoraciones varias,
A su encuentro,
Se presento,
De mano de la reina,
Entregado a ella,
Comenzó la ceremonia,
A mitad del evento,
Todo oscuro, se tornó,
Y en el pasillo,
Una silueta negra,
Se apareció,
El caballero,
Espada en mano,
Frente le hizo,
Preguntándole,
¿quién eres?
¿Qué quieres?,
La sombra,
Mostraba enormes ojos rojos,
De ira,
Comunicándole,
Que, a la chica quería,
El caballero,
Se lo negó,
La sombra,
Su vara levanto,
Y un rayo,
Su espada rechazo,
Un haz de luz,
Desde el techo surgió,
La espada se tornó,
Al mismo color del haz,
Y con dos pasos,
Que caballero dio,
La cabeza de la silueta negra,
La separo de su cuerpo,
y la vara partida en dos,
consecuencia
De esa fuerza paranormal,
El cuerpo se deshizo,
Y como si la tierra se lo tragará,
Desapareció,
La cabeza,
En una piedra,
Se convirtió,
Que enterrada,
Se quedo,
Ya todo solucionado,
Envaino la espada,
Y con el permiso del rey,
La boda continua,
Y ambos, el sí quiero,
Se dieron,
La paz, reino.
(segunda parte)
Pasados los años,
En la lontananza,
Un joven,
Ubicado en una cueva,
Se entero,
Del asesinato de su padre,
Y juro venganza,
Preparando pociones,
Y otros experimentos,
El brujo,
Tan solo a su mente,
Una imagen fija tenía,
Un odio enfermizo,
Contra el asesino de su padre,
Mientras abandonaba la cueva,
Fraguaba la venganza,
En su cabeza,
Con su vara,
Camino emprendió,
Con dirección al castillo.
En el mismo,
Ya nombrados reyes,
El matrimonio,
Reinaban con justicia,
Los campesinos,
Nobles,
Y los aristócratas,
Muy felices Vivian,
Su vida en palacio,
Muy buena era,
Festejos día sí,
Día no,
En honor de los suegros,
Que, en el palacio,
También Vivian,
La vida que se merecen,
Bien ganado,
Disfrutando de los nietos,
En una audiencia solicitada,
Se presento ante ellos,
Y con una reverencia,
Su nombre le dijo,
Y quien era su padre,
Momento en el que el rey,
De su trono se le levanto,
Y se aproximó a él,
Interrogándolo,
¿de quien eres hijo vos?
¿Cuál dijo?,
No se si me entere bien,
Lo volvió a repetir,
El rey apunto de desenvainar la espada,
Recapacito,
¿a qué vienes?
Comunicándole que su majestad,
A su padre, mato,
Y quería decirle,
Que cumplirá la venganza,
En la tierra o en el cielo,
No quedará así,
Mi padre vengado será,
Oído esto,
De la espada,
Quito la mano,
Y su guardia,
Ordeno que lo echaran,
Y se aseguraran,
Que no volviera,
Y así lo hicieron,
Con una patada,
Fuera del castillo,
Lo echaron,
Desde fuera,
El brujo,
Maldijo al rey,
Y a su familia,
Con la amenaza de volver,
Los soldados,
Conforme se marchaba,
Observaron que la hierba,
Y el bosque,
Nuevamente oscuros,
Se volvieron,
Dejando su sello,
Mientras se iba.
Ya en su cueva,
Con la vara,
Lanzo hechizos,
Formando en el exterior,
De su cueva,
Un ejército tan grande,
Jamás visto,
Preparando la partida,
En un par de días,
La salida, fue anunciada,
De la vara,
Un rayo salió del mismo,
Hacia el cielo,
Y comenzó la marcha.
Los soldados
Que observaron el rayo,
Al rey, le avisaron,
Se lo pusieron en conocimiento.
Previamente,
Tras la amenaza,
El rey,
Convoco a sus oficiales,
Ordenado,
Una preparación,
En prevención a lo que venía,
Creando un ejército,
Imbatible,
Y bien reforzados,
De armaduras,
Espadas, lanzas,
Y escudos.
Una vez tenido conocimiento,
A una hueste de soldados,
Fueron a la vigilancia,
Del exterior del castillo,
Y sus inmediaciones,
Con tan mala suerte,
Que tan solo uno volvió,
Con una flecha en el hombro,
Abriendo el portón,
Lo dejaron entrar.
Al rey, se lo comunicaron,
Y raudo a ver a su soldado fue,
Observando que la flecha,
Era una señal del brujo,
Un aviso.
El comunicado del soldado,
Balbuceando,
Le participó, que numerosas tropas,
Con armaduras oscuras,
Ocultas en el bosque estaban,
Bien armados,
y para luchar preparados,
Su líder es el brujo,
Una vara lleva,
El portón cerró,
En las almenas,
Su defensa constaba,
De aceite hirviendo,
Ballestas con flechas,
Enfocadas al bosque,
Las catapultas,
Con piedras cargadas,
Y otras más acumuladas,
A su lado,
Reforzando las almenas,
Con el doble de soldados,
Muy bien instruidos,
Cuando la alerta se produjo.
Las tropas oscuras,
Tomando posiciones,
Se encontraban,
Y el brujo,
Enfrente del portón,
Solicitando la presencia,
Del rey,
Raudo se presentó,
Al reclamo del brujo,
El reclamante,
Claramente le dijo,
Baja y defiende tu honor,
Los demás no tienen culpa,
El reclamado,
Solo si respetas un acuerdo,
La lucha será entre nosotros,
Los soldados,
No actuaran,
El reclamante,
Acepto,
Dio la orden a sus tropas,
Y los soldados,
Un semicírculo enorme, formaron,
A espaldas del brujo,
El rey,
De su mujer,
Se despidió,
Y de los hijos,
Abrieron el portón,
El rey salió,
Bien armado,
Presto a la lucha,
Sus soldados,
Detrás del rey,
Se pusieron,
Previamente las ordenes,
Las había dado ya,
Todo listo,
Comenzó,
El brujo, levantando su vara,
Un rayo le lanzo,
Chocando con su espada,
Sin alcanzarle,
Lo sorprendente fue,
Que la luz de la espada,
Respondió,
Y un haz de luz,
Contraataco,
Atravesando al brujo,
Partiéndole en dos,
Transformándose en piedra,
Sus tropas,
Se volatilizaron,
Y desaparecieron,
Quedando las armaduras,
Escudos,
Espadas y yelmos,
Tirados por los suelos,
El bosque,
Un verdor nunca visto,
Recupero,
Los animales, nuevamente,
Volvieron,
La vida retorno,
A un lugar,
Que oscuro se tornó,
Las armaduras abandonadas,
A buen recaudo las dejaron,
La cueva, destruida fue,
Con todo en su interior,
La magia negra,
Gracias a la espada mágica,
Del rey,
Desapareció,
Y vivieron por fin,
Los tiempos del rey,
Paz infinita,
En su reinado,
Y en su reino.
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Autor:
Adoradom (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 18 de agosto de 2025 a las 12:01
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 16
- Usuarios favoritos de este poema: Mauro Enrique Lopez Z.
Comentarios1
Que bonito historia poeta Adoradom.
Me ha gustado mucho.
Saludos y gracias.
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