Tierra adentro de las olas
la vida no me pertenece.
Sigue anclada en la terquedad de un socorro peregrino.
mientras resisto con el único fusil de mis palabras.
Manipulo las iniciales que obviaste
pusilánimes de derrotas.
Llegando ya el fin, este fin
reflejado en los cristales
y en las hojas.
Y mi revancha es una estrofa,
solo una estrofa.
Partisana de cielos tortuosos,
maquisard pertrechada de obviedades,
solo consigo escribir sobre ataúdes, ataúdes
y más ataúdes.
Mientras desde tu ventana emana una luz roja
que parpadea en la ensenada
circundando los rastrojos del camino.
Más esta carretera lleva al perímetro de la rabia
que me estalla en el estomago
y en la boca.
Y mi revancha es una estrofa,
solo una estrofa.
Deberé dejar que se apacigüe
esta contorsión de los espasmos
desplegados tan solo de vacíos.
Pero ¿sabes?, hay incluso belleza en esta tarde
desde esta posición en la que contemplo mi derrota.
Tras la humanidad de la batalla
adormecen los pasquines y la lava.
Mi horizonte es un minuto
y una hora.
Y mi revancha es una estrofa,
sola una estrofa.
Inexplicablemente sí que hay belleza en este ocaso
un ocaso de intemperies y de rocas.
Y hay belleza y esplendor en este verdor
de lo no acontecido,
belleza, en la confrontación de las miradas
en la combustión de la flora soterrada,
en lo fatal y lo ilegal de mi cuerpo en estridencia
y también en la demora.
Y mi revancha es una estrofa,
solo una estrofa.
(Una estrofa que se resiste a abdicar
en abyecta forma impropia).
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Autor:
Virginia Gil Torrijos (
Offline)
- Publicado: 18 de agosto de 2025 a las 05:51
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 3
- Usuarios favoritos de este poema: Virginia Gil Torrijos, Lualpri
Comentarios1
Gracias por compartir tus letras.
Buen comienzo de semana!
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