ELLA, ERA CASADA
(Juan Carlos Ayala)
I
¿Ella? era casada.
¿Yo? un cazador furtivo.
Apareció ella,
nuestros ojos se buscaron,
mi olfato añejo y curtido
olió la insatisfacción
que transpiraba.
II
Olí su pelo,
roce mis labios en su oído,
le susurre cosas…
ella reía suavecito,
sus ojos se prendían
y apagaban.
Mis manos surfearon
la ligera flacidez de su cintura
y ya no la solté.
III
Su carro quedó parqueado,
y ella, en el mío;
puso su mano en mi pierna
la apretaba nerviosamente.
Gire a la derecha
y nos trago el Triángulo
de las Bermudas.
Pagué, se cerró la puerta,
solos quedamos.
IV
Ella me quitó la camisa.
Yo abrí su blusa.
Ambos perdimos el aliento,
sus latidos golpeaban
mis oídos mientras caía
su sostén.
Sus pechos de pronto
se irguieron como lirios
rosados que saludaban
la aurora, mis labios los regaban…
Nuestros jeans buscaron el
piso como huyendo del peligro.
Lo que le quedaba puesto
no lo quité:
era inspiración hecha verso.
--Herb Alpert tocaba el saxofón--
Yo la tocaba toda,
desde su cordura hasta su locura.
Mis manos, insuficientes…
Su mirada buscaba el cielo,
su respiración buscaba oxígeno
y sus manos ahorcaban la sábana.
Ninguna seda podría ser tan suave
ni la luna tan brillante.
Nuestros muslos parecían
serpientes apareandose.
V
Entre agua tibia, espuma,
sábanas blancas, una botella
de vino y música suave,
su transpiración quedó olvidada.
Yo como buen gitano
no podía enamorarme,
y ella, era casada…
Derechos reservados.
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Autor:
juan carlos ayala (
Offline)
- Publicado: 18 de agosto de 2025 a las 00:20
- Comentario del autor sobre el poema: Un momento especial.
- Categoría: Erótico
- Lecturas: 16
- Usuarios favoritos de este poema: Roberto D. Yoro
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