A ti, cuyo nombre se disuelve como humo entre vitrales rotos, escribo con la mano temblorosa, no de miedo, sino por el peso de saber que ya nada volverá a ser igual, cada palabra es un hilo arrancado de la carne, un murmullo que se arrastra por las paredes anunciando mi descenso, no busco compasión, no busco perdón, solo que sepas que existo y que exististes para mí.
Hay un camino que pocos se atreven a recorrer y yo lo crucé, y allí te encontré, tu rostro era un mapa al revés, tus ojos abismos donde caían estrellas sin regreso, entendí lo que nadie me dijo, lo eterno no es la luz sino la herida que nunca cicatriza, y en ese instante comprendí que estarás siempre atrapada en el eco de mi memoria, aunque la vida intente borrarte, aunque todo alrededor se deshaga.
Veritas in nocte… mors in lumine, (la verdad pertenece a la noche y la muerte a la claridad), he escondido algo entre estas líneas, no podrás leerlo con los ojos, si escuchas con el alma oirás un latido que no es mío, un eco que repite tu nombre al ritmo de un corazón que sangra y recuerda.
Te nombro y al nombrarte caigo en la sima donde todo rostro se deshace, allí está la verdad, no somos dos ni uno, somos un enjambre de sombras unidas por el mismo llanto, que estas letras se hundan en tu piel como un tatuaje invisible, y cuando el espejo te reclame sepas que fue mi voz quien abrió la grieta, en las ruinas del ocaso, y aun allí estarás, porque mi sombra no conoce despedidas, porque te pienso como se piensa a un corazón que nunca deja de latir.
© 2025 Rafael Medina ✦ Todos los derechos reservados
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Autor:
Rafael Medina (
Offline)
- Publicado: 18 de agosto de 2025 a las 00:09
- Categoría: Carta
- Lecturas: 11
- Usuarios favoritos de este poema: 🍷✨️MariPD, Annabeth Aparicio, Scarlett-Oru, Roberto D. Yoro, alicia perez hernandez, Mauro Enrique Lopez Z.
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