Se me fueron los amigos
uno por uno,
como sillas retiradas de una habitación
donde ya no se canta.
Quedé con mi sombra,
ese testigo que no aplaude;
y con un puñado de fechas
que no saben volver.
He venido a cuadrar las cuentas.
Traigo el libro de lo que hice
con columnas en rojo.
A cada nombre que herí
le reservo un lugar en la página,
una moneda de insomnio,
y una firma con la tinta del sueño perdido.
No pido absolución. Pido recibo.
Devuelvo lo que tomé sin permiso:
la calma ajena, el tiempo ajeno,
la confianza que abrí como un sobre.
Desato palabras que dejé atadas a gargantas,
retiro promesas que oxidé en bolsillos húmedos,
y al dolor que causé, ese animal sin correa,
le pongo un bozal de silencio
y me siento a esperar a que deje de tirar.
Fui herrumbre en bisagras que no eran mías,
puente que cobró peaje por pasar,
tormenta con hambre de techos.
Ahora cierro cada puerta
sin ruido,
cuelgo mi nombre en el perchero
y anoto "saldo".
Si alguien pregunta por mí,
digan que fui a pagar la cuenta más vieja.
La de mirar a los ojos y no apartar la culpa.
Cuando todo cuadre,
cuando el último fantasma
reciba su moneda de noche,
que la muerte me encuentre en la caja vacía:
no como premio,
sino como el simple descanso
del que, por fin, terminó de hacer números
con sus sombras.
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Autor:
Javier. (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 17 de agosto de 2025 a las 10:47
- Categoría: Triste
- Lecturas: 8
- Usuarios favoritos de este poema: EmilianoDR, edudaneri, carlosAR
Comentarios1
Gracias Javier y son incontables los amigos que se han ido. Yo he perdido la cuenta, unos bajo tierra olvidados, otros en la distancia recordados.
Saludos cordiales.
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