En la Estrella que Arde Suave

Diego Alejandro Rodriguez guisao

En la Estrella que Arde Suave

Estoy fuera de mí,
se me oprime el pecho
y cesa la respiración.
El mar que escapa de mis ojos
no deja de fluir...

No puedo sacarlo de mi cabeza,
y me aterroriza solo pensarlo.
Es que tu brillo es como el rayo,
y mi corazón… no lo soporta.

Salgo a la calle mientras los luceros
fulminan mi visión,
y el frío me recuerda
que ya no estás.

¿Por qué no avisaste tu partida?
¿Por qué dejaste estos recuerdos
que intensifican mi dolor?
¿Por qué… te fuiste sin avisar?

La vida te llevó sin consentimiento.
Tu ausencia es mi tormento,
y la despedida,
la herida profunda
que no deja de sangrar.

La tormenta aún hace eco,
y en su pasar,
atesora su tristeza.
Miro arriba,
mientras las gotas acarician mi rostro,
y por un instante me siento en paz,
porque siento que mis heridas
se limpian al pensarte.

No puedo enojarme,
pero no puedo perdonar tu partida.
Estoy enojado con el mundo,
pero lo único que se me permite
es llorar.

No puedo hablar,
no puedo respirar,
no puedo estar feliz…
pero debo sonreír.

Porque adonde quiera que vayas,
deseo, en lo más profundo de mi corazón,
que seas feliz.
Y grabaré en mi alma tu recuerdo,
para que vivas conmigo.

Quizás algún día pueda verte,
recordar cuando la felicidad
colmaba nuestros días.
Tal vez no me alcanzan las lágrimas
para contar el tiempo sin ti,
pero me aferro a la esperanza
de que nos veremos otra vez.

Aunque el mundo sea gris
y la vida esté llena de sufrimiento,
viviré por mí y por ti.
Mi alma llora,
mi corazón se niega a seguir…

Pero seguiré caminando,
con tus huellas en mi memoria.
Y aunque duela,
haré de mi tristeza
la fuerza para honrar tu vida.

Y te espero allá,
en la estrella que arde suave,
transformada,
iluminando corazones…
como solo tú sabías hacer.

Tengo miedo, Dios mío,
pero esta alma llena de angustia
te pide calma.
Cuando la tristeza me abrumó,
tú estuviste ahí,
escuchando en silencio                                                                                                                                                                                          mis lamentos

Y aunque los días malos sigan,
tú serás la voz
que guíe el alma y el corazón.

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Comentarios +

Comentarios1

  • El Hombre de la Rosa

    Genial y hermoso tu preciado versar estimado poeta y amigo Glass
    Saludos desde Torrelavega
    El Hombre de la Rosa



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