Había fuego

Lamar Varela

Había fuego en el interior

Querian humedecerlo, hundirlo

Pero el fuego persistía

Cuando cesaba, trascendia en el infinito

A la espera de nuevas formas

Y el fuego era de Dios.

 

El fuego interno que me toca,

A veces quema, a veces moja

Tambaleante se lastima

Tambaleante por la vida

Voy, camino

Salve el fuego en noches frías

Salve el fuego el amor

Salve el fuego la sed infinita que tenemos

De mirarlo y sentirlo

De oscurecer mirando luz

Cielo infinito de la primera mañana 

Cielo blanco, mística tu luz, inconcebida

Inmovilizas todo y quiero tocarte incluso,

Comer de tus vestiduras

Dame un hijo del cielo blanco día

Apaga esta mi llama en tu mar transparente, incorporeo

Inexistente eres para muchos

Primer cielo de la mañana, bendita de entre todos los cielos, primogenita, santa

Bendita tu luz, tu brisa, acepta este mi aliento, fundelo contigo, sé capaz de transmutar como una Diosa, pide permiso a Dios en lo sobre alto, y dame tu amor fresco y ligero, dame tu amor etéreo, tu amor de puerta, paraiso e infierno, tu amor neutro, blanco, alado, bendito de Dios.

Luego solo arrójame, sabre que hacer morir/vivir, permanece el fuego en mi, no es que quiera profanar lo santo pero mi amor corre detrás de esta vida natural y fuerte, mi amor, este fuego es atraido por lo santamente creado, lo que queda, mi amor le corresponde a esta vida maravillosamente creada, no común, que ni habla ni mira, infinitamente sabia y superior a nosotros, mi amor la busca y es amado por ello, quiere hundirse en la sabiduria de los bosques y en las profundidades de las aguas, fusionar mi fuego con estos soles, quimeras, bestias eternas, salvajes, libres, verdaderas, completas, halladas.

Pasan al olvido, yo las veo venir, gigantes e inmoviles, fieles, testigos de Dios y de la noche, de los astros. Aguardan también el amor como este fuego que les mira.

Saben que mas temprano que tarde, llegará el amor y hasta entonces compartiremos nuestro fuego, nos comunicaremos y agradeceremos por este bendito arte y este lienzo vivo en el que somos y seremos hasta que venga Dios con su fuego justo, violento, mortal, y destruya amorosamente lo impropio y no conocido. Alabado sea Dios y su mano fuerte. 

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