Sangre Nocturna

Rafael Medina

Te escribo desde el borde mismo de mi carne, allí donde la piel, fría y reseca, se ha vuelto frontera y abismo.

 

No uso papel, sino las paredes húmedas y resbaladizas de mi encierro; no uso pluma, sino las uñas rotas que aún conservan el metal dulce de tu olor.

 

Tu sombra no me sigue, me habita, camina por mis venas con pasos de incendio. La siento como un escalofrío que no termina, murmura en mi oído cuando cierro los ojos y me obliga a despertar con el sabor de un beso que nunca diste pero siempre envenenó mi garganta.

 

Yo no te busco en la luz, te invoco en la penumbra, donde el silencio se agrieta con el crujido de mis huesos y deja escapar un aliento que no es mío, donde las paredes se inclinan para escuchar cómo pronuncio tu nombre como un filo que se hunde en mi pecho.

 

He quemado todos los puentes, no para que no vuelvas, sino para que no exista el mundo sin ti. Ahora solo queda un territorio de carne y ruina, un altar que late con la pesadez de mi sangre bajo mi piel, esperando tu llegada.

 

Si apareces, no me encontrarás vivo ni muerto, sino suspendido en el instante exacto en que la herida se abre y lo eterno se derrama como una luz líquida.

 

Ese será el momento en que nuestras bocas se unan, no para amarse, sino para fundirse en un único grito que resonará por siempre sin regreso.

 

Ven, no traigas flores, tráete a ti misma, entera, y clava tu rostro en el mío hasta borrar lo que soy.

 

El guardián de tu sombra.

  • Autor: Rafael Medina (Offline Offline)
  • Publicado: 14 de agosto de 2025 a las 00:33
  • Categoría: Carta
  • Lecturas: 2
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