¿Por qué insistes en narrarme tu versión
de una historia mal contada?
¿No basta con sentir el eco del dolor
en esta mirada que ya no dice nada?
¿No puedes, siquiera un instante,
dejar de contemplarte el ombligo?
¿No te agota vivir en ese mundo
que tejiste con hilos de negación?
Mis amantes no son culpables de tu egoísmo,
pero… ¿cómo les explico?
Si una palabra tuya basta
para hacerme dudar hasta de las sombras
que caminan a mi lado.
Si lo único que me enseñaste
fue a creer que el abandono era parte de mí.
¿Acaso no eras tú quien debía cuidarme,
quien debía forjar la carcasa
que me mantuviera a salvo
de este mundo salvaje?
Y sin embargo, incluso en la distancia,
siento tus ojos sobre mí,
intentando reparar
lo que ya no tiene forma ni remedio.
Sé que cuando me miras, lo sabes.
Aunque no lo diga, intuyes
que conmigo no podrás.
No vas a torcerme
ni moldearme a tu medida.
Y cuando intento acercarme,
solo un poco,
para no perderme por completo,
para no caer al fondo del abismo,
recuerdo…
y confirmo que no quiero ser parte
de ese circo que aún sostiene
sus aplausos vacíos.
Cuando creo que ya no puedes herirme,
me descubro—por arte de magia—
fuera de la foto familiar.
Un suspiro de más,
una mirada que grita: “¡Cállate!”
El dolor, intacto,
aunque la vida continúe,
sigue rozándome de vez en cuando.
Y cuando intento apagarlo…
descubro, sin sorpresa,
que la última persona que podría ayudarme
eres tú.
-
Autor:
Samapa (Seudónimo) (
Online)
- Publicado: 13 de agosto de 2025 a las 23:16
- Comentario del autor sobre el poema: A veces, la ausencia duele más que la presencia, y las heridas más profundas son las invisibles. Este poema nace de un reclamo silencioso, de un lugar vacío en la familia, y de la lucha por no perderse en ese vacío. Espero que estas palabras encuentren eco en quienes han sentido lo mismo, y sirvan para sanar un poco más.
- Categoría: familia
- Lecturas: 1
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.