Buscar la luna

Catullianus

Es difícil, astro blanco, encontrarte
sin un manto de cobres y de goma.
Tu relumbre, mesurado, sólo asoma
cuando el hombre te ofusca con su huella.

 

Falta fosco que te falle, fiel foguero.
Tu fulgor no tiene fin y es folía
de los hombres que buscan la armonía
tras los ojos de una grata doncella.

 

Más grato será el día en que tus rayos
arriben con el don de la sapiencia,
arranquen la humazón de mi consciencia
y sepa lo que sé y lo que elijo.

 

Quién sabe lo que dudo, amada Luna;
quién sabe lo que nadie se pregunta:
si el mundo de los hombres nos adjunta,
si Dios es nuestro padre o nuestro hijo.

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