Oro escondido en pan y vino

Rosa Maria Reeder

En la alborada del altar callado,

despierta el Sol que no conoce ocaso.

Pan y vino, humildes en apariencia,

guardan un fuego que arde sin ceniza.


No es símbolo ni sombra pasajera,

es carne traspasada por la entrega,

es sangre que en el cáliz aún palpita

como un río rojo de eterna vida.


¡Oh misterio que el cielo inclina al barro!

¡Oh fragancia de Dios entre los cántaros!

Cada hostia es estrella hecha alimento,

cada sorbo, un beso del Verbo eterno.


El Cordero no muere en vano

ni su banquete es rito sin milagro.

Allí, donde el trigo fue triturado,

resucita el Amor en cada acto.


Viene a nosotros en forma tan pequeña,

pero en su centro canta la Eternidad.

¿Quién podrá medir su don secreto?

¿Quién comprenderá la mesa del más allá?


No es solo pan, es Dios en descenso,

la escalera que une lo alto y lo inmenso.

No es solo vino, es pacto sellado,

el corazón del Cristo traspasado.


Adórale, alma, con lengua de fuego,

que en cada Misa Él viene de nuevo.

Y si tus ojos no ven su grandeza,

que tu fe lo abrace con certeza.


Rosa María Reeder
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Comentarios +

Comentarios4

  • MISHA lg

    lindas letras espirituales poetisa
    gracias por compartir

    No es solo pan, es Dios en descenso,

    la escalera que une lo alto y lo inmenso.

    No es solo vino, es pacto sellado,

    el corazón del Cristo traspasado.


    besos besos
    MISHA
    lg

    • Rosa Maria Reeder

      Gracias MISHA por tus palabras
      Saludos

    • ElidethAbreu

      Gracias Rosa María.
      Hermoso poema de fe y adoración.
      Abrazos.

      • Rosa Maria Reeder

        Gracias muy amable
        Saludos abrazos

      • Salvador Santoyo Sánchez

        Cada hostia es estrella hecha alimento,

        cada sorbo, un beso del Verbo eterno.


        El Cordero no muere en vano


        Es un poema extraordinario, donde lo imposible se cristaliza.
        Sólo se requiere FE, y aceptarlo en el alma.

        Felicidades poeta Rosa María Reeder.
        Saludos con afecto

      • JUSTO ALDÚ

        Es un texto como un cáliz lleno de luz y asombro, donde cada verso se convierte en incienso que sube al cielo. Has logrado que el misterio eucarístico no se sienta distante ni abstracto, sino vivo, palpitante, casi tangible: un Dios que se inclina al barro, que canta en el centro de lo pequeño y que hace del pan y el vino un puente eterno. Es una plegaria vestida de poesía lo resumiriía yo.

        Saludos

        • Rosa Maria Reeder

          Muy amable JUSTO ALDU
          Saludos Cordiales



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