Veo distante un valle de cruces
y escucho un réquiem que presumo mío
es que luchar con mis vivencias
es como navegar entre sargazos
y luchar contra un espantapájaros
que se parece a mí cuando me toco.
Leer al fin del camino el mismo final
cada día, cada llanto en soledad
y antes, mucho antes de emprender
transitar el sendero que se hizo huella.
Sentir a sus costados el miedo primigenio.
la blandura de mis creencias cuando angustiado,
solo vea iglesias tapiadas
una estatua carcomida
un verde oscuro y húmedo
y la hiel que asome a mi boca.
Solo un pequeño sol anunciado
impedirá que mi aire siga resistiendo
estas ganas de cruzar la frontera.
Un diminuto ser que no sabe de milagros
que traslada la sangre nueva de los eriales
que impide que mi voz y mis sentidos
no se estrellen en los acantilados
y me levante con un halito de fe
para no morirme, para que me conozca
para que entienda la importancia de su llegada.
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Autor:
Carlos Brid (
Offline)
- Publicado: 8 de agosto de 2025 a las 09:36
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 12
- Usuarios favoritos de este poema: Mauro Enrique Lopez Z., EmilianoDR, alicia perez hernandez
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