Cuando entras a ese mundo, todo es un reír y una fiesta. Hasta que los años pasan y la normalización de ciertas cosas comienza a tomar otro enfoque.
Algunos amigos se van y los que se quedan ya no son los mismos, ya no hay una plática productiva. (He de suponer que eso es envejecer paulatinamente), pero…
Todo es depresión, ansiedad y una ilegibilidad mental que nadie puede comprender: ni vos, ni tus seres queridos, ni nadie.
Todos hablan de las drogas como algo satánico. No, no lo es, pero tampoco es una gloria. Cambia la mentalidad.
Te cambia la vida y, de repente, estás metida en un estado anímico en el que te desconocés y desconocés a los que están en tu entorno.
Una carencia de sentimientos que no se pueden explicar porque no existen.
Se acabaron las ideas.
Se esfumó el ensueño.
El cielo se pinta negro.
El arte deja de correr tinta derramada sobre lo que antes era tinta expresada.
Y un día, en el que todo parece normal,
un amigo cae, y caés vos en la impotencia del:
—¿¡Por qué no pude ayudar!?—
Pero ahí surge otra interrogante interesante, que más bien es un reproche tan íntimo que no lográs procesar:
¿cómo puede un ciego guiar a otro ciego? Entonces recaes nuevamente en esa cavidad que no se llena ni con mil abrazos de tus seres amados y la otra inquietud: ¿Todavía los amas?
Porque todo lo que dicen te suena raro, demasiado exagerado y,
no porque no importen, su ausencia hace que entiendas que sí importan, demasiado,
es solo que no llenan algo que no se sabe bien qué es, ni dónde está, ni en qué parte del alma habita.
Tocás las puertas y todas resultan siendo habitaciones vacías.
Y volvés a ver al cielo, a ver si hay alguien que escuche, preguntando: ¿hay algún sentido?
Es entonces cuando la lluvia cae y ya no sabés si son gotas o son lágrimas.
Solo sabés que querés estar sola, queriendo descifrar si la ceiba que se hace ver en tu ventana es tu amiga o solo un árbol carente de lo que te pasa y, si alguna vez esas tantas preguntas que le has hecho al cielo tendrán alguna respuesta, o al menos un abrazo de ese ser supremo que nos dice que nos ama, pero que no baja por las noches en soledad a abrigarnos con sus brazos.
—Alexandra Quintanilla Toledo
07/09/2025
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Autor:
AleQ (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 7 de agosto de 2025 a las 18:36
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 12
- Usuarios favoritos de este poema: Annabeth Aparicio, ElidethAbreu
Comentarios1
A veces pensamos que Dios esta distante e inaccessible. Pero esta tan cerca como tu respiro. Un poema lleno de interrogantes, y de sentimientos profundos. Bendiciones.
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