Contacto
por Wcelogan
> “No eres emisor, ni receptor. Eres el mensaje.”
Apaga el mundo.
Que no suene el celular.
Que ni las paredes murmuren.
Apaga la luz.
Recuéstate.
No cruces las piernas.
Cierra los ojos.
Mira fijo sin mirar.
Conviértete en antena.
Respira lento,
como si el aire viniera de otro planeta.
Pon la mano en el pecho.
Siente el ritmo.
Siente el calor.
Piensa esto sin decirlo:
si hay alguien ahí,
y puede oírme,
que venga sin herirme.
No hables.
No muevas la lengua.
No formes palabras.
Piensa en algo que nunca le contaste a nadie,
algo que arde,
que duele al nombrarlo.
Déjalo flotar
como una foto sin marco.
No esperes respuesta.
Solo quédate quieto
y ofrece eso.
Ahora deja de pensar.
No hagas esfuerzo.
Siente el cuerpo por dentro.
Si algo cambia, no lo cortes.
Si hay presión en la frente,
hormigueo en los dedos,
peso en la nuca,
no te asustes.
Podría no ser solo tu cuerpo.
Deja que el tercer ojo te hable.
Si lo sientes, ya entraste.
No fabriques un rostro.
No elijas un gesto.
Sé como la piedra que escucha la lluvia.
Deja que pase lo que tenga que pasar.
No controles.
Si aparece una imagen,
una frase,
una vibración extraña,
recíbela.
No la analices.
No la juzgues.
No digas: “esto me lo estoy inventando”.
Guárdalo.
Quizá no estés recibiendo.
Quizá seas el mensaje.
Algo que alguien olvidó dejar escrito,
una grieta en la memoria de otro mundo.
Tal vez te hablen sin sonido,
como si soplaran un pensamiento.
Tal vez no seas tú quien llama.
Tal vez nunca lo fuiste.
Cuando todo se detenga,
cuando algo diga “basta”,
cuando sientas que es hora,
regresa.
Mueve los dedos.
Mira la habitación.
Recuerda tu nombre.
Escribe lo que viste.
No lo maquilles.
No lo traduzcas.
Solo déjalo caer.
Lo que viste volverá.
No sabrás cuándo,
pero volverá.
Comentario del autor:
"Contacto" nació de un modo que todavía me resulta difícil de explicar con palabras ordinarias. Eran alrededor de las tres de la madrugada cuando me desperté abruptamente, sin causa aparente. La habitación estaba en completo silencio, pero había algo más: una especie de murmullo mental, como si una presencia sin cuerpo quisiera ser escuchada desde dentro. No fue una voz, pero sí algo parecido a un dictado sin idioma, un impulso claro y directo que me llevó a tomar el celular y empezar a escribir. Las primeras líneas surgieron casi sin pensar: “Apaga el mundo. Que no suene el celular.”
En ese instante no supe si se trataba de un poema o de un ejercicio mental, una meditación o una llave hacia otra cosa. Lo cierto es que no fue una escritura construida desde la lógica ni desde la vigilia lúcida. Fue más bien como una transcripción —un acto de recepción— que me mantuvo despierto y alerta hasta las cinco y media de la mañana. Al final, cuando sentí que “algo” decía basta, guardé el texto, aún caliente, como quien deja una vela encendida en una cueva.
Es curioso cómo a veces la inspiración no se anuncia con fanfarrias ni nos pide permiso. Llega como un susurro cuando menos lo esperamos, en la intersección entre sueño y vigilia, cuando las defensas racionales están bajas y uno se convierte, sin querer, en antena. Yo no quise escribir Contacto; más bien, fui escrito por él.
Pasaron varios días antes de atreverme a releerlo. Lo hice con cuidado, como si el texto pudiera desaparecer si lo miraba demasiado fijo. Y lo que encontré fue una especie de ritual poético, una guía para entrar a un estado que no sé si llamar místico, mental o simplemente imaginario, pero que se siente real. Cada verso breve era un paso. Cada instrucción, una apertura. El poema se sostenía por sí mismo, con un tono contenido, casi hipnótico. Pero algo me pedía que no lo dejara así.
Entonces vinieron los retoques. Pequeños detalles. Sutiles giros. No quise “mejorarlo” en el sentido clásico, sino afinar su frecuencia, como quien ajusta la antena de una radio antigua hasta encontrar la señal limpia. Algunos versos fueron pulidos para sonar más profundos sin dejar de ser simples. Reescribí el tramo que decía “no pongas cara de miedo” porque me pareció que la poesía merecía algo más bello que la literalidad. Y en la parte final, dejé que se abriera una grieta: ese “quizá seas el mensaje” se volvió el corazón filosófico de toda la pieza.
Hoy, con humildad y también con una extraña sensación de haber tocado algo que no me pertenece del todo, puedo decir que Contacto está completo. No como quien cierra una puerta, sino como quien la deja entreabierta para quien se atreva a cruzarla. Porque este poema no es para todos. Es una invitación a lo invisible, a lo inaudible. Es una ruta hacia un lugar donde no hay garantías, ni promesas, ni respuestas claras.
Solo el eco de una posibilidad:
que no estamos solos,
que el silencio también escucha,
y que a veces, sin saberlo, somos el mensaje que alguien —o algo— está esperando recibir.
Espero, sinceramente, que quienes lo lean puedan viajar a ese lugar.
Ese sitio sin nombre donde no todos entran.
Ese umbral donde comienza el verdadero contacto.
— Wcelogan
6 de agosto, 2025
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Autor:
Wii (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 7 de agosto de 2025 a las 00:34
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 13
- Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez, Tommy Duque, Mauro Enrique Lopez Z., Polvora, **~EMYZAG~**, Josué Jaldin, Carlos Armijo Rosas...✒️
Comentarios1
Vamos a pensar en todo eso que nos comentas amigo William...
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