Bastó Verte Una Sola Vez

Marvin Ramirez

Te grabaste en lo más profundo de mi ser, en lo más recóndito de mi alma. Te adentraste sin permiso, sin mapa, y encontraste un hogar en cada fibra de mi existencia.

 

No importa el tiempo que transcurra, ni la distancia que se imponga entre nosotros. Por más que mi razón me dicte olvidarte, por más que mi voluntad luche por arrancarte, no puedo sacarte de mi mente. Eres un pensamiento persistente, una melodía que se repite sin cesar en el eco de mis recuerdos.

 

Te convertiste en la dueña absoluta de mis sueños. Cada noche, cuando el velo del día se desvanece, tu figura emerge en mi subconsciente. Bailas en mis fantasías, hablas en mis susurros dormidos y te adueñas de cada anhelo que mi corazón guarda. Incluso mi respiración, con cada inspiración y cada suspiro, te pertenece. Cada aliento es un recordatorio de tu presencia intangible.

 

Bastó verte una sola vez. Un instante, un parpadeo, y tu silueta quedó grabada a fuego en mi mente. Esa visión fugaz fue suficiente para que mi mundo se detuviera y se reconfigurara en torno a ti. Y tu piel canela, ese tono cálido y vibrante, se transformó de inmediato en mi color favorito, el matiz que ahora pinta cada uno de mis paisajes internos.

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