A veces no entiendo por qué me hundo
si no hay mar,
por qué me tiembla el alma
si nadie me llama,
por qué siento frío
en lugares donde hay sol.
Camino entre la gente
y sonrío como si no llevara piedras,
como si el mundo no pesara tanto
cuando me acuesto sin ganas,
sin fe,
sin nombre.
He llorado en cuartos donde nadie entró,
me he preguntado si valgo algo,
si esta historia tiene sentido
o si solo es ruido disfrazado de destino.
A veces me da por escribir,
no porque quiera ser poeta,
sino porque el silencio
también cansa.
Y cuando leo,
no busco respuestas,
solo a alguien que haya sentido lo mismo
antes que yo.
Y ahí aparece él.
Dostoyevski.
Con sus sombras y sus hombres rotos.
Con Raskólnikov temblando en la culpa,
con Aliocha buscando a Dios
en un mundo donde todos lo olvidaron.
Con Iván Karamazov gritando contra el cielo,
con el idiota amando sin defensa.
Y entonces sé
que no estoy solo.
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Autor:
Cronista sin puerto (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 6 de agosto de 2025 a las 10:31
- Categoría: Triste
- Lecturas: 16
- Usuarios favoritos de este poema: Mauro Enrique Lopez Z., alicia perez hernandez
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