El Aroma Que Llevas

El Aroma Que Llevas

Hay una esencia en tu presencia,  
un rastro leve que el aire deja,  
no es flor ni fruto de la existencia,  
sino un regalo que tu paso muestra.  

Ese perfume que tu cuerpo exhala,  
como un susurro de bosque dormido,  
en mi memoria su recuerdo escala,  
un aroma cálido, querido.  

No es fuerte o intenso, no grita ni llama,  
es como el viento de un abril sereno,  
como el reflejo de la luz en rama,  
como el silencio de un lugar ameno.  

Cuando te alejas, queda su abrigo,  
una promesa que nunca se apaga,  
como el rescoldo que guarda el amigo,  
como la huella que la arena traza.  

Es compañero de mis horas lentas,  
en la mañana o al cerrar el día,  
me trae palabras dulces y contentas,  
me da la calma que el alma quería.  

No es caro ungüento ni extraña fragancia,  
es algo tuyo, simple y verdadero,  
como el olor a pan en la distancia,  
como el arrullo del primer aguacero.  

Si estoy cansado o la pena llega,  
basta un momento, cerrar los ojos,  
y tu recuerdo mi pena niega,  
con ese aroma que borra mis enojos.  

Es un consuelo que no se termina,  
una caricia que nunca se olvida,  
como la estela de una golondrina,  
como la historia en página leída.  

Aunque el camino nos lleve a otros lares,  
aunque la vida nos ponga fronteras,  
ese perfume cruza los mares,  
y en mi pecho su casa espera.  

No es un hechizo ni magia oscura,  
es el recuerdo de tu ser cercano,  
es la ternura, es la dulzura,  
es el verano tras el aire llano.  

Por eso guardo, sin tristeza o llanto,  
esa esencia leve, pura y sincera:  
el perfume que llevas es mi encanto,  
la paz que espera... la luz que viniera.  

Y si mañana no vuelves a verme,  
si el tiempo borra nuestro caminar,  
ese aroma sabrá sostenerme,  
pues tu recuerdo no ha de faltar.  

Es un tesoro sin peso ni nombre,  
una presencia que el alma convida,  
el perfume de tu piel, mi asombro,  
es la canción que no tiene despedida.  

—Luis Barreda/LAB