"A Esta Mesa"
No bastarán los relojes de arena,
ni los cristales de cuarzo.
Tampoco mi desconcierto,
que con su silencio
corrompe la gratitud
que germina la palabra
como flor en la boca.
Ni todos los calendarios del mundo
impedirán que nuestros rostros
se dispongan frente a frente,
sin oportunidad de retirada.
Ni las estrellas muertas
que incendian la noche.
No serán suficientes dos mil años
para decir:
Cristo.
Antígonas.
Ulises.
Magdalena.
Ni las noches solitarias de la alcoba,
cuando se hace tarde para regresar,
tarde para la retirada.
Ni el sorbo de vino
en la caligrafía del poema.
Tampoco su incoherencia bastará.
Ni la vieja juventud del "Naranjo en flor"
me acobardará,
como pájaro sin luz,
la promesa raída,
casi desvanecida de amor.
Ni la herida fracasada
que cierra mi boca
en las noches de dolor,
porque no basta el grito
ni la lengua.
Ni el espasmo
de mis versos afiebrados.
Ni el botín de guerra
en la noche de los generales,
antes de huir del incendiario.
Ni el oro y la plata
del rescate de Atahualpa bastarán.
Siempre habremos de hablar
con el asombro,
el dolor
y la belleza
de los muertos que regresan,
como hoy,
a esta mesa,
a esta herida,
a este poema.
No basta el agua.
Ni la comida caliente basta.
Ni los amigos,
ni la paz,
ni la guerra,
ni las luchas por medio pan.
Ni el galope de estos versos
sin dirección.
Ni la primavera,
ni el invierno,
ni la espada,
ni los corazones rotos,
ni las ciudades caídas,
ni la bomba de hidrógeno,
ni todas las epidemias por venir
bastan.
Díganle a sus hijos
que no hay escapatoria
para lo inevitable.
Háblenles del amigo asesinado,
de la hambruna en el Oriente Medio,
de los niños muertos,
y de los niños vivos
que en unos minutos morirán.
Díganles que es hora
de andar hacia la nada.
Mandadles esta canción de desesperanza,
porque es urgente el abrazo
y el poema.
Que ya es tiempo
de que las heridas tengan voz
y sacien al mundo con su sed.
Que abran todos los asilos y manicomios,
y dejen de amordazar
a quienes se niegan a ser cómplices
de las más grandes porquerías.
Cuéntenles todo
lo que se ha tragado la tierra,
incluyendo las palabras que callamos
por miedo a herir a los cobardes.
Que el encanto de la vida
se nos torna inasible.
Busquen mecedoras y hamacas
para los pórticos.
Deformen lo ya dicho,
lo escrito,
lo pintado,
y denles formas nuevas,
sin esperar el halago de los inmutables.
En esta tarde,
en algún lugar donde el cauce del viento
y el sol hacen brotar estas palabras...
recordad:
que aquí lloré alguna vez
antes de que leyeras estos versos,
mientras seguía mariposas
en una ciudad ciega del polvo metálico
de las estaciones de tren
y aturdida toda de sirenas.
Sonriendo en la desesperanza
de esta tarde,
mientras las lumbreras de los bares se encienden
y todos parecen felices,
mientras el mundo se rompe
como cartón mojado.
Y yo, en esta trinchera,
te escribía
estos versos de carne y pan,
y vasija de vino en vidrio.
Y no moría un mes de noviembre,
ni era jueves.
Tampoco llovía.
No era el norte
ni el sur de América.
Ni la Zimmerstraße de Fechter,
ni el frío glacial en las calles de Varsovia
en septiembre.
Sino Managua,
furiosa de agosto,
en adoquines calientes,
sobre el puerto Salvador Allende.
Mientras los pájaros ardían
de buen morir,
entre las ramas ardientes
de los árboles.
Mientras soñaba
que leía un poema de Pushkin
y remaba siglos hacia atrás
hasta ser
los otros que fui.
https://rcastillotz.substack.com/p/a-esta-mesa
-
Autor:
Axioma (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 5 de agosto de 2025 a las 20:26
- Comentario del autor sobre el poema: En este poema confluyen los nombres propios de la historia y los rostros íntimos de quienes ya no están. Es un canto a los muertos, a las heridas que aún laten, y a la urgencia de no callar. En la poesía, el tiempo no se mide con calendarios, sino con memoria: esa llama encendida del lenguaje. Cristo, Antígona, Ulises, Magdalena, Pushkin, Vallejo, Homero Expósito, Peter Fechter… no son sólo nombres del pasado, sino rostros del asombro y del dolor que aún nos habitan. Los nombramos como si los conociéramos porque, en cierto modo, los conocemos: viven en las palabras que aún usamos para decir lo humano. Esta es una mesa abierta para ellos, y para todos nosotros que ahora escribimos por y para ellos.
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 18
- Usuarios favoritos de este poema: Pilar Luna, ElidethAbreu, Josué Jaldin, Salvador Santoyo Sánchez, El Hombre de la Rosa, Antonio Miguel Reyes, pasaba, Andy Lakota👨🚀, alicia perez hernandez
Comentarios2
Genial y hermoso tu versar estimado poeta y amigo Axioma
Recibe un abrazo de tu amigo español
El Hombre de la Rosa
Gracias, poeta.
Hermoso lo que usted escribe las referencias la técnica hablo desde mi ignorancia da gusto leer lo que escribe saludos desde uruguay
Gracias por tus sinceras palabras, las valoro muchísimo. Son solo modestos versos improvisados, pero me honra que los leas. He tenido el gusto de leer algunos de tus poemas y realmente me gusta mucho tu estilo.
Un abrazo fuerte, estimado poeta.
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