Errando solitario voy, la ciudad me abraza,
entre el clamor que nunca cesa.
Cada calle, un verso, cada esquina, una amenaza,
de encontrar su ausencia, mi alma está presa.
Prometió amor eterno, un lazo irrompible,
más el banco vacío fue cruel verdad.
Mi corazón, un eco, un ritmo inaudible,
perdido en la inmensa urbe, sin piedad.
En cada rostro busco su mirada ausente,
en cada sombra, su figura, que se esfuma.
La gran ciudad, testigo mudo de este presente,
donde el amor prometido hoy se evapora.
Y así, sigo mi andar, sin rumbo fijo,
entre la multitud que pasa sin mirar.
Buscando un eco, un soplo, un viejo crucifijo,
que me devuelva la fe o me ayude a olvidar.
Más el eco de tu voz en mi memoria,
aún resuena en cada rincón de esta ciudad.
Prometiste un bálsamo, una eterna historia,
y hoy solo encuentro el frío de la soledad.
Quizás el destino, en su cruel capricho,
tejía hilos rotos, un final sin compasión.
Mas sigo buscando, sin alivio ni reproche,
un rastro de tu amor al impacto de este duelo.
¡Calles desiertas, sin rastro ni emoción!
-
Autor:
Leoness (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 4 de agosto de 2025 a las 12:51
- Categoría: Amor
- Lecturas: 9
- Usuarios favoritos de este poema: Roberto D. Yoro, Scarlett-Oru
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.