El eco del silencio

El eco del silencio

El eco del silencio
reverbera en los recovecos de mis soledades,
como si cada pliegue de la piel recordara
la música enterrada bajo escombros.

La hojarasca de un bosque ancestral
invita en morse a las aves,
ya sin nido en ciudades en ruinas.

En la lejanía,
destellos infernales rasgan nubes de amianto.
Una ráfaga de viento,
cargada de historia y olor a cadáveres,
me empuja hasta un cráter
aún tibio de la última bomba.

Mi sombra me ayuda a levantarme.
Nos levantamos juntos,
como dos supervivientes de un sueño ácido.

Vemos cómo un nuevo Picasso,
con manos manchadas de polvo y sangre,
bosqueja el Guernica de este siglo.
Ya no hay caballos, ni toros, ni lámparas.

Solo un niño,
la boca abierta,
mirando al cielo sin saber
si eso que cae es lluvia
o metralla.

Y… la bombilla,
esa vieja promesa de luz,
no llegará a encenderse.