En ese rincón no cabe
ni una brizna más de gloria,
allí huele a eternidad
entre ardientes sorbos
de café.
Las palabras se transforman
en hojas de abedules
que disputan al Sol poniente
diez segundos más de luz.
Allí se alza la torre,
piedra sobre piedra y piedra
y el cura
espera su diezmo.
Y reverdecen las plantas
que contonean las lápidas.
Se cruzan miradas furtivas
bajo las chupas de cuero
y aroma a tabaco en pipa,
un gorrión con galones
de capitán general
arrebata con descaro
la miga de pan que otrora
se habría de llevar la hormiga.
La dueña,
revolotea por las mesas
improvisando un ballet
maestoso en gratia plena.
El valle
—siempre el valle—
desprende una bruma
que intenta alzarse hasta las nubes.
Aquí quisiera parar
el engranaje que mueve
el torpe girar de la rueda,
que mi dedo sea el pincel
—tu risa el viento de Norte—
que trace a la misma hora
los rasgos indelebles
en este lienzo que quiero hurtarle
a Taüll
para mis noches
de insomnio.
-
Autor:
J.R. Infante (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 1 de agosto de 2025 a las 06:17
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 11
- Usuarios favoritos de este poema: EmilianoDR, Mauro Enrique Lopez Z.
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.