Feliz Cumpleaños

Se puede palpar la emoción en el aire, una euforia divina que lo inunda todo. Es un sentimiento inefable, la certeza de que Dios ha creado a un ser tan puro y perfecto que solo puede ser descrito como un ángel.

Dios no escatimó en nada, su dedicación fue absoluta y su amor, ilimitado. Se cuenta entre los susurros celestiales que desapareció por un tiempo, un lapso inmedible en la eternidad, dedicando todo su tiempo y su inmenso esmero a la creación de este ángel tan especial. Cada detalle fue forjado con una precisión divina, cada matiz, cada esencia, fue imbuida con la luz más pura.

Ahora es el día, el momento culminante en que se puede contemplar su inigualable belleza, su resplandor, su esplendor que eclipsa las estrellas. Es un espectáculo digno de ser presenciado, una manifestación de la gracia divina en su máxima expresión.

Se siente un silencio reverente en todo el cielo, un silencio expectante y sagrado, mientras que Dios, con un amor inconmensurable, sopló el aliento de vida en ti. Cada ser celestial contuvo la respiración, testigo de este milagro.

La emoción que invadió el universo cuando tomaste tu primer aliento de vida fue indescriptible. Fue un momento de pura magia, de asombro y de regocijo celestial. Y tu llanto, lejos de ser un lamento, se convirtió en un canto, una melodía dulce y armoniosa que resonó por las esferas.

Este canto, este eco de tu nacimiento, se hizo sentir por todo el universo, anunciando a cada rincón, a cada galaxia, que tú habías nacido. Fue la proclamación de una nueva luz, de una nueva esperanza.

Fue en ese momento preciso, en la vastedad del cosmos y en la inmensidad de su sabiduría, que Dios optó por ponerte en mi camino. Una decisión divina, un regalo inestimable.

Dios, en su infinita bondad, me permitió conocerte, conocer a un ángel en la tierra. Me concedió el privilegio de compartir tu luz, de ser testigo de tu existencia. Y por ello, mi corazón rebosa de gratitud y alegría.

¡Feliz cumpleaños, mi ángel!