Hoy no quiero ver colores;
hoy quiero ver en blanco y negro,
en todas las gamas del gris.
Rieguen las flores: esta tarde se marchitan.
Hoy quiero llorar mi pena —la nuestra—
hasta elevar el mar con lágrimas.
Ayer se cerró una historia:
la historia de la dama de las camelias.
Hoy nos toca despedir
a la reina de las flores.
Mientras la familia y los amigos te velamos,
tu cuerpo se vuelve humo y cenizas.
Tus historias quedan suspendidas
en la memoria de quienes vienen después
y de amigas que aún resisten la vida.
Hoy abrazo el vacío de tu ausencia;
y en sintonía, desde lugares lejanos,
un mismo temblor nos une:
tres generaciones y todas las amistades.
Hoy se seca el alma,
hoy se vacía el alma.
Porque fuiste hija, hermana,
hermosa y joven;
ofreciste juventud y tiempo
al laboratorio de un hospital.
Decían que eran tuyas
las piernas más bellas del lugar.
Allí, con dulzura femenina,
conquistaste a tu compañero:
fuiste esposa,
y amaste profundamente a tu médico,
el doctor de tu corazón.
Fuiste madre, madre, madre;
madre, madre —madre, madre, madre—.
¡Fuiste feliz!
Dejaste el hospital,
te hiciste esposa-madre, cuidadora,
y cultivaste flores.
Fuiste maestra, mujer libre,
y viviste siempre dignamente.
Fuiste guerrera:
defendiste tu hogar y tu amor
de intrusas oportunistas,
de mujeres sin principios
que ansiaron tu lugar.
Tu hogar fue fuente de vida,
de vida, mucha vida…
luego vino la tormenta.
Perdiste a dos hombres amados:
primero tu hijo mayor,
después tu esposo: quedaste viuda.
¡Fuiste tristeza!
Fuiste amiga,
y quienes te conocieron
siempre honraron tu nombre.
Participaste con energía
en la Federación Mexicana de Jardinería;
tu flor se abrió, y tu sabiduría,
tu ética y estética
te hicieron juez y maestra.
Entendiste que quien siembra, cosecha:
tu mejor creación floral
fue tu familia.
Fuiste suegra:
tu esposo, de ascendencia italiana
tejió culturas y te regaló
el nombre de «Nonna».
Serena, dulce Nonna,
te viste rodeada de nietos,
y ellos, con el tiempo,
te trajeron bisnietos.
Fuiste anciana,
y al final inválida.
Pero tu corazón, principios y razón
fueron firmes,
firmes en nosotros,
y así seguirán.
Tus raíces familiares
nos unirán siempre, abuela.
Hoy los lazos físicos
se vuelven lazos espirituales.
Hoy vuelves con aquellos que amaste
y que partieron primero.
Deseo que reencuentres a tu esposo
en un lugar sin invierno,
un campo eterno de primavera.
Hoy suspiro y creo,
quiero creer,
que estás con Dios.
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Autor:
Orelac - el Arquitecto Verde (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 31 de julio de 2025 a las 09:43
- Comentario del autor sobre el poema: En homenaje a María del Refugio Cook Bello, María del Refugio Cook de Vizcaíno, Cuca, la «Nonna».
- Categoría: familia
- Lecturas: 2
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