¡Ay de mí!

Franjablanca


AVISO DE AUSENCIA DE Franjablanca
Con los fragmentos de esperas
en la dársena del puerto,
fabrico un barco sin velas
y floto haciéndome el muerto.

Con los trozos de botella,
después de la botadura,
hago un puzle de las huellas
que dejó el tiempo que dura.

Con los rescoldos del fuego
que va dejando mi ausencia,
hago cubitos de hielo
(en justa correspondencia).

Con la brisa que me toca
cuando ya no estoy al mando,
oigo decir en tu boca:
las letras se van volando.

Qué solvencia, qué soltura,

qué manos, qué manicura,

qué uñas tan afiladas,

que me clavan como espadas.

Cuánto dolor, pardiez,

en este maltrecho cuore.

Ay de mí, cómo lacera

ese acero que se hunde

(y hay que ver cómo te cunde

haberte hecho la cera,

porque si pinchan tus uñas,

tus piernas pinchaban más:

no pinchaban, ¡hacían cuña!

tus vellos como puñal).

Por mi corazón lamento;

si ya palpitaba lento,

has conseguido que empeore.

Otra herida, y esta vez

sangrando por mal de amores.

Es tal el dolor que infliges,

que me estallan las meninges.

 

¡Oh, Luna, dame tu cuna!,

déjame presto en tu lecho,

pues no me resta el derecho

a vivir ya vida alguna.

¡Oh, Luna, imponme tu flujo,

secuéstrame en tu dominio;

verás cómo te repujo

en tu papel de aluminio.

 

¿Qué es la vida?, preguntaba

el infausto Segismundo.

Igual que él, yo me hundo

en este mar que me traga

al abismo más profundo,

como profunda es tu daga.

¿Qué es la vida? ¡Y yo qué sé!

Ni que yo tuviera estudios;

pues no, ninguno cursé.

Si apenas acierto a verme

entre lágrimas y efluvios

salir con vida este viernes.

Si esta vida no me renta,

maldigo este viernes treinta.

 

¡Oh, cielo gris que me miras

con los ojos del verdugo!,

llévame contigo, ¡tira!,

acaba ya con mis cuitas.

¿Acaso crees que me fugo?

Pues no, acudiré a la cita

de mi implacable destino.

Muéstrame inmisericorde

la senda de mi camino.

(Eso sí, no me seas borde

y riégame el viaje con vino).

 

¡Oh, Hades!, dile a Caronte

que gobierne mi timón

y me cambie de horizonte,

que vire el rumbo hacia donde

me saque de esta aflicción.

Ya sé que llegó mi hora,

corrige tú la Demora,

calcula la Marcación;

por favor, os necesito

para llevarme a ese sitio

a donde la luz se esconde.

(Te dejo ahí el teodolito:

mira en el puente, a la izquierda;

y cuidado, no lo pierdas,

que me costó un dinerito).

 

¡Oh, Parca, cerca te siento!

Recoge a este pescador

de truchas en el desierto,

desdichado pecador

que más que vivo, ya es muerto,

despechado y descontento.

Te dejo abierta mi puerta,

y si no entiendes mi acento,

utiliza el traductor:

teclea en Google la opción

de español a lengua muerta.

Pero hazlo con cuidado

al usar esa herramienta,

porque justo el mes pasado,

llevado por mi lamento,

le pedí al cielo estrellado

solución a mi tormento.

Se ve que entendió tormenta

y hasta los huesos calado

acabé en un momento.

Y con fiebre de cuarenta

(aunque no los aparenta).

 

 

 

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Comentarios +

Comentarios2

  • Nelaery

    Me encanta tu poema en sentido de humor.
    Hablar con la luna, con dioses, que te den refugio.
    Y la Parca usó el traductor de Google. Normal que se confundiera!!!
    Muchas gracias por compartir tu hermoso poema, poeta Franjablanca.
    Saludos cordiales.

  • FRANCISCO CARRILLO

    Jajaja. Ja



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