Resiliencia

En una especulación de palabras arrancadas de mi interior. Sigo intentándolo, sigo soñando con encontrarme profundamente perdido en las entrañas del amor, extasiarme, liberar los destellos químicos que me hagan estremecer de satisfacción; quiero explotar de amor, enredarme en lo fascinante, lo sublime y la hiperrealidad. 

Sigo siendo un soñador que lentamente se convierte en hombre el cuál se resiste a perder su escencia y entregarse a la monotonía en búsqueda de una profesión que muchas veces lo sobrepasa. 

Dentro de mi se bifurca una personalidad que vive en ciertas horas de la noche, es invisible a todo lo demás, no existe en ningún otro momento que no sea estando a solas.

Te quiero; lo escribo con melancolía y un coraje interno, porque el fin del amor es justificar la eternidad finita dónde coexistimos con seres a quienes buscamos amar. 

No temo al destino, no temo a la muerte, Solo a no enamorarme profundamente y en este ritmo de la vida he tenido que resistir muchas despedidas de ilusiones que se mueren al estrellarse con la nada. 

Los latidos del corazón me hacen entender que sigo vivo, pero no encuentro la vida. Me he negado a creer que puedo darme por vencido aún consumido en la derrota de mis confusiones. 

He comprendido el poder que hay en mi mente. Sé que puedo proyectar mis deseos y resistencias para hacerlas parte de mi. Con esa fuerza es que continúo entre los días, las humillaciones, luchas internas y aquellos sentimientos que buscan robar mis ganas de vivir.

Con rebeldía enfrento mis ansiedades, la vergüenza de los rechazos y esa constante sensación de no saber a dónde ir cuando ya estoy ahí.

El autodescubrimiento se esconde en lo que ignoramos por obsesionarnos con lo que podría ser. La introversión no debe ser sinónimo de aislamiento ni derrota; enfrentarnos a nosotros mismos debe ser un estandarte, un modo de vivir sin morir aplastados por arrepentimientos imposibles de cambiar.