Sus ojos son estrellas que tiemblan al mirar,
un sortilegio antiguo en piel de porcelana.
Y el mundo se detiene tan solo por soñar
con el rincón sagrado donde su aura emana.
Lleva en su frente clara la luna como flor,
y un gesto que enamora sin prometer aliento.
Su risa es una danza que calma todo error,
un cántico invisible que disuelve el tormento.
Su piel es el poema que el fuego quiso ser,
con versos que se escriben tan solo al contemplarla.
Y el viento, si la toca, comienza a comprender
que no hay mayor milagro que el arte de mirarla.
Si Dios formó la aurora con trazos de emoción,
la moldeó entre suspiros, belleza y despedida.
Porque en su suave sombra reposa la canción
de todo lo que amamos, aunque duela la vida.
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Autor:
Miguel Ángel Peñafiel Miranda (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 29 de julio de 2025 a las 01:21
- Categoría: Amor
- Lecturas: 21
- Usuarios favoritos de este poema: El Hombre de la Rosa, Mauro Enrique Lopez Z., EmilianoDR
Comentarios1
Geniales estrofas has escrito para deleite de la poesía
Recibe un abrazo de Críspulo
El Hombre de la Rosa
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