La ciudad dormía entre faroles tenues,
y ellos, furtivos, buscaban silencio.
Ella, mujer de pasos decididos,
él, fuego joven, aún desconocido.
Era la madre de un viejo amigo,
voz de experiencia, piel de misterio.
El, curioso de labios callados,
se perdió en su aliento sin querer regreso.
Se vieron primero como un accidente,
cruzando palabras que no eran del todo inocentes.
En un rincón oculto de la ciudad vieja,
dónde el tiempo se esconde y el juicio se aleja.
Ella lo miró... no con ternura,
sino con hambre de lo prohibido.
El tembló al sentir su cercanía,
cómo quien llega por fin al sueño escondido.
Sus manos hablaban donde no podían,
y el mundo afuera dejo de girar.
Fue un baile lento, sin música ni reglas,
solo sus cuerpos habitandose con pasión.
No hubo promesas , ni un futuro atado,
solo un instante vestido de fuego.
Ella, diosa de un deseo callado,
Él aprendiz del arte del juego,
Y al fin todo terminó en suspiros,
no se dijeron nada,
porque lo dicho,
lo dijo el silencio.
Águila Solitaria
Di no al plagio
Derechos de autor ®
12/07/2025
Imágen creada por IA
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Autor:
Águila Solitaria (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 24 de julio de 2025 a las 23:03
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 15
- Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez, El Hombre de la Rosa, EmilianoDR
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