Una sirena de rio

Adoradom



En una orilla del rio,

A pescar me dispuse,

Montando la caña,

Y al agua arroje,

La alarma en la punta puse,

Sentado en la hamaca,

Pendiente estuve,

Una picada sonó,

Pocos segundos duro,

La caña se curvo,

Algo grande venia,

Con fuerza la caña agarre,

Y del carrete fui tirando,

Poco a poco,

Aflojando,

Y tirando,

Aun así, mucho tardó,

El pez no se rendía,

Yo tampoco,

El momento llego,

Y la cola asomo,

Arrimándose a la orilla,

No era un pez,

Era una sirena,

Que pasaba por ahí,

Y accidentalmente,

Se engancho,

En la orilla,

El anzuelo le quite,

Y la cure,

Era preciosa,

Muy hermosa,

Moreno de pelo,

Ojos marrones,

Y hablaba mi idioma,

Asustada estaba,

La tranquilice,

Al pasar el rato,

La cola en piernas,

Se convirtió,

La tape con mi chaqueta,

Y a mí se abrazó,

Temblaba de frio,

Y junto a la chimenea,

La acomode,

Estaba triste al principio,

Y después con mirada agradecida,

Me miro,

Ropa le di,

Y una mujer parecía,

De comer hice,

Y un plato le puse,

No era pescado,

Sino ensalada,

Sin atún,

Con cosas ricas,

Se sacio,

Y sentada en el sofá,

Una cabezada dio,

Disfrutando con mis ojos,

La observaba,

Su pelo precioso era,

Su cuerpo a la ropa,

Pronto se adaptó,

Parecía como,

Si a medida hubiera sido,

Presentía,

Su lugar no era,

Su hábitat era otro,

Al despertar,

La invite a quedarse,

O deseaba,

El rio nuevamente la llevaba,

Ella conmigo,

Quiso quedarse,

Contento estaba,

Cuidándola con amor,

Al que ella le correspondió,

Sabía que algún día,

Su destino era el agua,

Desconociendo cuando,

La con ella pasaba,

Hablamos,

Nos divertíamos,

Y un día sin esperas,

Llegaron las caricias,

Besos y demás,

Entre ambos,

El amor nació,

Nos queríamos,

Muy felices estábamos,

Un hijo tuvimos,

Tan normal,

Como todos,

Pero especial,

Ella muy feliz,

De mamar le daba,

Harta cierta edad,

Ya mayor,

Al rio con nosotros vino,

Toco el agua,

Y una cola le salió,

Asustado,

Se lo explicamos,

Ya tranquilo,

Al rato,

Sus piernas volvieron,

Curiosidad le quedo,

Por el momento,

No echo cuentas,

Ya mayor de edad,

 Y nosotros felizmente,

Viendo como crece,

Un día decidió,

Vivir la experiencia,

Al rio fuimos,

En el agua,

Se adentro,

Y se marchó,

No sin antes,

Prometer que volverá,

Abrazados mi mujer y yo,

A casa fuimos,

Allí le invite,

Si deseaba al agua irse,

Diciéndome que no,

Que su sitio,

Era conmigo,

Un beso nos dimos,

Y a la cabaña nos fuimos,

Tras pasar unos meses,

El hijo apareció,

No solo,

Acompañado,

De una sirena,

Igual de bella,

Como su madre,

Pero con ojos,

Color del mar,

A presentarla,

La trajo,

Y se fueron,

No muy lejos,

Justo a 300 metros,

Vinieron a quedarse,

Otra cabaña construyó,

Y allí se instalaron,

La historia se repitió,

El nieto,

Lo mismo hizo,

Otra cabaña creó,

Mi mujer y yo,

Envejecíamos,

Y en un pueblo,

Se convirtió,

Villa sirena,

Le llamamos,

Y fue creciendo,

La vida nació ahí,

Creció,

Y se multiplicó,

Orgullosos padres éramos,

Abuelos y bisabuelos,

Felices todos vivíamos,

Y muy complacidos,

De que la vida fluya,

Y bien educados estuvieran,

Mucho respeto se tenía,

Y la convivencia muy buena,

Con respecto a pescar,

La abandone,

Para cuidar a mi familia,

Y ayudar,

Mientras pudiera.

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