LA ALEGRÍA DE LAS CUATRO Y MEDIA
Viajaba cómodamente en el departamento del coche cama,
y muy contento se bajó del tren
a las cuatro y media.
Iban a encontrarse después de varios meses,
así que armaron un gran alboroto
de abrazos y de besos
y de gritos de júbilo.
Se adentraron, después, por un bosquecillo
cogidos de la mano,
a las cuatro y cuarenta y cinco,
en un paseo extraordinariamente animado
a través de la zona arbolada.
Y llegaron al río,
uno tan ancho, que costaba atravesarlo a nado,
por lo que nadaron con ímpetu hacia la otra orilla
y se quedaron flotando un momento, en el centro, de espaldas.
En primavera todavía es peligroso bañarse,
pero sin miedo se sumergieron
en un baño de adolescentes
con gran bullicio de espumas y de olas artificiales,
y así se purificaron como dos almas únicas,
como en un bautizo de nuevos creyentes.
Consagrados al deleite y a la flora y a la fauna
nadaron gozosos
hasta alcanzar el centro de la corriente:
practicaban solamente el arte de estar vivos
y pulidos como los cantos rodados.
El cuerpo, otro cuerpo, hinchado y descompuesto,
como en un rito sagrado funerario, flotaba a su vera,
aplastaba las cañas y embestía
las ramas que rozaban la líquida superficie.
Agua y lodo aplastados
que daban para más de un presentimiento.
Hasta que, por fin, a las cinco
en punto de la tarde, comprendieron
que no podían estar solos,
ni siquiera dentro del agua.
Gaspar Jover Polo
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Autor:
gaspar jover polo (
Offline)
- Publicado: 21 de julio de 2025 a las 03:17
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 12
- Usuarios favoritos de este poema: El Hombre de la Rosa, Mauro Enrique Lopez Z., Roberto D. Yoro
Comentarios1
Muchas gracia por tu genial versar
Recibe un abrazo de Críspulo
El Hombre de la Rosa
Otro abrazo para ti Hombre de la Rosa, y gracias por el comentario.
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