Es Apenas El Principio

Es Apenas El Principio 
por Wcelogan

Y oirás.
No una vez,
sino como trueno que no cesa.

Guerras con rostro de promesa,
rumores hilando verdades rotas,
caen como cuchillos sobre el alma.

No te turbes —
susurra la voz sin boca —
es preciso que la carne arda,
que la piedra gima,
que la madre guarde silencio
con un hijo en cada tumba.

Se alzará nación contra su hermano,
y no sabrán qué sangra más:
la carne o la culpa.

Reinos de humo sobre reinos de ceniza.
La peste danzará en rojo,
el hambre abrirá surcos sin semilla,
y la tierra se abrirá
como un útero herido,
sin parir consuelo.

Y dirán: “Este es el fin.”
Pero no.
Es apenas el principio.

El principio de dolores:
sin forma.
Sin nombre.
Sin perdón.

Y oirás —
no como antes,
sino como trueno que crece
y no cesa...
Es apenas el principio.

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El niño que escribía en secreto
por Wcelogan

“A veces, la tinta es la única forma de no desaparecer.”

Antes de saber deletrear el miedo,
ya lo garabateaba en los márgenes.
Callado como un mueble viejo,
con la voz astillada desde antes del primer grito.
Esquivaba los recreos,
donde no se inventaban mundos,
solo se medía el valor con gritos
y la soledad con empujones.

Pero bastaba un lápiz.
Un grafito torcido contra el cuaderno
y el universo se encogía obediente.
Mis dedos —torpes en los saludos—
sabían mover las sílabas
como quien acaricia el lomo de una fiera
sin ser devorado.

Allí no titubeaba.
Allí los espectros me escuchaban.
Las nubes dictaban sus códigos,
y las sombras, lejos de espantarme,
se volvían tinta.

Nunca fui querido por muchos,
pero un día, alguien leyó mi silencio
y se hizo un hueco distinto en el aire,
como si el respeto llevara abrigo
y la palabra genio fuera una rareza
que sólo se le dice a los que sangran con elegancia.

Desde entonces,
llevo al niño entre los huesos,
ese que aún escribe con hambre,
para no morirse del todo
cada vez que el mundo lo empuja al silencio.

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