Antonio Stradivari (reflexivo)

Matias Yurgas

Antonio Stradivari fue el más prominente lutier italiano.

Entre tantas curiosidades que envuelven sus creaciones, hay una que llamó fuertemente mi atención.

En 1716, Antonio creó la que fue llamada “la pieza más perfecta del autor”, un violín que hoy tiene más de 300 años.

Los Stradivarius (como se les conoce en el latín) son creados con técnicas específicas y un fino método. Cuenta la historia que empleaba dos maderas: una blanda (abeto o pino) para la parte superior, y una madera más dura (arce) para la parte inferior.

El arce provenía de los barcos mercantiles venecianos que venían desde Dalmacia y Turquía, que traían la madera para fabricar los remos de los barcos de guerra. En aquellos años, Venecia y Turquía se encontraban en constantes guerras marítimas, por lo que no es de extrañar que los turcos no brindaran una madera lo suficientemente rígida para la fabricación de dichos remos. Justamente esta madera era la que resultaría idónea para la fabricación de los violines.
Fabricados con maderas inservibles para los remos, o incluso con remos fallidos a causa de su flexibilidad, Antonio encontró lo que necesitaba para sus instrumentos.

En este año (1716) fue que fabricó el que hoy en día sería su más cotizado trabajo. Dicho violín, llamado “El Mesías”, representa a la perfección como es que con el tiempo perdemos el eje que da valor a las cosas. Ya que nos espanta el valor que alcanza un alimento en la góndola del mercado, pero nos resulta válida la exuberante suma de 20 M de dólares para un violín fabricado con madera de un remo fallido. Es decir, un remo que no rema. Un objeto que no cumplía su función encontró la resiliencia para volverse valioso en un mundo que no lo entendía, no lo valoraba y no veía su potencial.

Y nosotros, lector, —por que usted y yo podemos ser tan parecidos como dos gotas del mismo charco— continuamos agachando la cabeza cuando nos desvalorizan, cuando no nos miden con la vara correcta, cuando nos hacen sentir que no somos suficiente. Y quizás, simplemente, seguimos intentando remar una situación en aguas saladas, cuando en realidad somos un fino violín para oídos dulces, y solo necesitábamos una mano amiga que nos lo hiciera ver.

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Comentarios +

Comentarios1

  • EmilianoDR

    Gracias Matias y que duro tener que agacharse y bajar la cabeza.
    Saludos 👋



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