No hay sombra que oscurezca mi sentir,
ni voz que murmure en la brisa,
porque en mi camino, solo hay luz a seguir,
mis pasos son firmes, mi alma es precisa.
No creo en enemigos, solo en lecciones,
cada tropiezo, un maestro oculto,
las dudas se disipan sin suspensiones,
mi paz es un refugio, un horizonte absoluto.
No los busco, es cierto, en la vasta distancia,
sus rostros son sombras que el viento se lleva,
mi brújula apunta a la danza de la confianza,
donde el amor florece, y el rencor se niega.
Imaginar confrontaciones es perderse en el aire,
una trampa sutil de la mente temida,
prefiero el susurro de un abrazo sincero,
que la lucha vacía, la batalla sin vida.
Así, en mi andar por esta senda clara,
no encuentro enemigos en el eco del día,
pues el que en su corazón ama y repara,
jamás será presa de la enemistad fría.
Así me levanto, fuerte y sereno,
construyendo puentes, derribando muros,
en un mundo donde el amor es pleno,
mis enemigos son sombras, dispersos futuros.
EL ERMITAÑO SOÑADOR
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Autor:
Ermitaño Soñador (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 15 de julio de 2025 a las 07:45
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 4
- Usuarios favoritos de este poema: Tommy Duque
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