Y es que duele tanto un adiós inesperado.
Recóndita manía de vivir entre sonrisas.
Que ni el espejo aguanta la mirada triste.
Ni el recuerdo acepta el momento infeliz de la partida.
Y a quién le importa el maravilloso día si hay que bajar la cabeza y andar hacia el encuentro de rostros que se esconden tras húmedos pañuelos y la creciente pena que se expresa entre susurros.
Todo acaba y se cierran las puertas de la vida.
Se alejan para siempre aquellos que quisimos y se pierden en la bruma, llevándose consigo sus caricias, sus cálidas palabras, el candor de sus risas y momentos compartidos
Queda el silencio impetuoso que grita ante la ausencia inoportuna.
Y es que la palabra ya no basta pues también se queda muda queriéndose perder entre las sombras.
Pues no se aceptan razones que permitan comprender el trabajo de la muerte. A quien no le importa que el amor se quede entre penumbras.
Y estoy aquí cavilando la ausencia de este día.
Pidiéndole a Dios que cuando mi turno llegue.
Se pueda celebrar la vida que he vivido.
Y no el dolor que alguien pueda sentir por mi partida.
---------------
Rafael Blanco López
Derechos Reservados
-
Autor:
Luis Rafael (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 14 de julio de 2025 a las 16:40
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 14
- Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez, Mauro Enrique Lopez Z., EmilianoDR
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.