No entregues tu cerviz por una silla,
ni beses el anillo del patán,
que el hombre que se arrastra por la orilla
jamás sabrá lo dulce del volcán.
Hay círculos que huelen a sepulcro
aunque sus copas brillen como el sol,
y el precio de pertenecer al pulcro
es ser esclavo mudo del farol.
La lealtad, mi buen neófito de espejos,
no es dogma ni mordaza ni cilicio;
si el alma ha de pagar por los reflejos,
mejor romper el vidrio y el artificio.
Aprende del Altísimo, que al mando
del cosmos no se humilla por ornato;
se inclina por amor, jamás temiendo,
y al servir no se vuelve subordinado.
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Autor:
El Corbán (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 12 de julio de 2025 a las 22:35
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 3
- Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez
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