Hay abrazos que no se ven,
pero envuelven el alma como un susurro tibio en medio del frío.
Palabras que no hacen ruido,
pero dejan ecos eternos en el corazón.
Hay personas que llegan sin anunciarse,
como el sol tras la tormenta,
como el cielo claro después del dolor.
Y en su presencia, uno recuerda
que no está solo en este mundo enorme.
La verdadera amistad no pide explicaciones,
simplemente está.
No exige, no envidia, no se cansa…
Solo entiende, espera y abraza.
Es ese mensaje que aparece justo cuando más se necesita.
Es la carcajada compartida en medio del caos.
Es la mano que no te suelta,
aunque todo tiemble alrededor.
Un amigo de verdad no se va cuando cambias,
camina con vos aunque el paisaje duela.
No busca ser protagonista,
sino testigo de tu alma.
Y si el silencio llega, no teme.
Porque sabe que hay palabras que no hace falta decir.
Sabe que estar… ya es decirlo todo.
La amistad verdadera no se fabrica,
se descubre, se cultiva,
y florece en los terrenos más inesperados.
Porque un verdadero amigo
es quien te ve en tus ruinas
y aún así te llama “hogar”.
Es quien recuerda tus luces
cuando vos solo ves oscuridad.
Quien se queda, no porque todo esté bien,
sino porque cree que vos lo valés.
Y eso…
eso vale más que mil promesas,
más que el tiempo,
más que el mundo entero.
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Autor:
Daniii (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 12 de julio de 2025 a las 10:10
- CategorÃa: Amistad
- Lecturas: 4
- Usuarios favoritos de este poema: Roberto D. Yoro
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