Donde los espejos se olvidan (m.c.d.r)
Ah, muchacho, muchacha, quien seas que llevas esa carga, ese silencio tan tuyo que grita por dentro. Me recuerdas a mí, a mis propios laberintos donde uno se pierde a propósito, como si el olvido fuera un buen amigo.
[La muerte tiene una extraña forma de manifestarse: a veces un aleteo de polilla en la garganta, otras, el silencio denso que precede a la tormenta]
"Hace mucho me entregué a las sombras..." Sí, conozco esas sombras.
Son cómodas al principio, como un viejo sillón donde uno se hunde y cree que nadie lo ve. Pero ¡ay!, qué frías son al rato, cuando la noche se te mete hasta los huesos y no hay lumbre que las espante.
"Tengo un cementerio en la memoria..." ¡Un cementerio! ¿Y qué esperabas encontrar ahí, flores?
La memoria es así, un camposanto donde enterramos lo que nos duele, pero las cruces siempre asoman, ¿verdad?
Uno cree matar los recuerdos, pero son como esas malas hierbas, vuelven a brotar con la primera lluvia.
Y bueno, aquí estoy, yo, temiendo que se me haga tarde para desatar las alas que crecieron bajo el peso de tanta sustancia.
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Autor:
m.c.d.r (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 11 de julio de 2025 a las 02:28
- Categoría: Triste
- Lecturas: 5
- Usuarios favoritos de este poema: El Hombre de la Rosa
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