HAMBRE DISCRETA
Almorcé por siete soles, sin orgullo ni vergüenza:
un arroz tibio, un guiso pálido, la carne con su esencia.
Después vagué sin rumbo por pasillos de indulgencia,
y en la zona de comida, la grasa era una sentencia.
Vi las bocas devorando nuggets, pollo rebozado,
como si el hambre viniera de un mundo envenenado.
Yo, sentado en un rincón, con el sueño desbordado,
me antojaba sin antojarme, en silencio derrotado.
Cerré los ojos un poco, soñé con ser uno de ellos,
los que comen sin pensar, sin sueños sobre los hombros.
La mesa fue mi cama, los ruidos eran destellos,
y pensé: quizás perderse no es rendirse entre los cuellos.
Soñé que hundía la mano en su caja de nuggets dorados,
mordía sin miedo, tragaba sin rezos ni pecados.
El sabor era el de siempre: sal, grasa, olvido.
Y yo era uno de ellos, por un segundo compartido.
Tomé un vaso ajeno y escupí sin fingir.
De repente desperté, tenía las miradas sobre mí.
Sus ojos eran cuchillos, la luz, un bisturí.
No sangré por fuera, pero sangré por mí.
© Corazón Bardo
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Autor:
CORAZÓN BARDO (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 10 de julio de 2025 a las 23:59
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 10
- Usuarios favoritos de este poema: corazónbardo, Mauro Enrique Lopez Z.
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