HERMANO

Recuerdo aquella vez en que nacimos, 
en una misma gota de rocío. 
Las grandes distancias que recorrimos, 
fluyendo en el cauce del mismo río. 

Fue aquella primavera de aguaceros, 
que nos separamos en dos vertientes. 
Hoy somos agua en cántaros viajeros, 
que aguardan retornar a la corriente. 

Espejamos a la luna y el alba, 
besamos en la noche cada orilla, 
hemos tallado piedras en cascadas. 
Fuimos savia de árboles y semillas. 

Éramos mar en calma y en tormento, 
la sangre de todos los animales. 
Desafiamos montañas y a sus vientos, 
guardamos secretos en lagrimales. 

Conocimos lo injusto en la sequía, 
incluso en el sudor del jornalero,
en el vino en que tiñe su agonía,
en el llanto secreto del obrero.

Nos espera mañana un suave estanque 
y sé que también, la tempestad fría. 
Enfrentaremos oscuros desiertos, 
del sediento seremos compañía. 

Una noche fui garúa y me han dicho 
que te vieron sobre la cordillera, 
que eres la misma Garganta del Diablo 
y a veces, de un ranchito, eres gotera. 

Quizás alguna tarde, hermano de agua, 
me halles en la tinta de esta página. 
El ciclo ha de saber, no importa dónde, 
si en un océano o en una lágrima.