De Austin para Austin
Sonó aquella canción...
no era eco, no era música.
Era algo más, Un espejo, una herida que sabía abrirse sola.
Sonaba Carry On, y no supe si estaba en el presente o en aquel cuarto antiguo
donde solía mirar hacia afuera sin entender por qué me dolía tanto estar vivo.
Era una tarde extraña.
Ni luminosa ni oscura, ni seca ni húmeda, como ese intervalo que queda
cuando ya no llueve pero el cielo aún guarda el olor de lo que fue.
El mundo parecía suspendido.
El aire tenía ese tono apagado
que no exige nada, pero tampoco promete consuelo.
Y la ventana, esa que no da al mundo
sino a ciertos silencios internos, me devolvió una mirada.
Me senté frente al vidrio.
para observar, sin saber que me iba a encontrar.
Y ahí estaba:
mi reflejo.
No el de hoy, no el de ayer, sino una mezcla de todos los que fui.
El niño de catorce,con las manos quietas,
mirando hacia la nada,preguntándose sin palabras qué sería de él.
El que sentía una nostalgia precoz, una soledad sin explicación, como si llevara siglos esperando algo que aún no sabía nombrar.
Y también estaba el otro:
el de ahora.
El que ya no corre tras respuestas.
El que aprendió que madurar no es olvidar, sino mirar con más calma.
El que carga con sus silencios sin que le pesen tanto.
Frente al cristal, el tiempo cambió de forma.
Dejó de ser línea, se volvió curva .
El reflejo ya no fue un reflejo,sino una tregua.
Un diálogo sin palabras.
Una verdad desnuda.
Entendí que crecer no es avanzar, es sentarse consigo mismo y no apartar la mirada.
Y poder Decirse Sos vos.Con tus quiebres.Con tus sombras.
Con todos tus Austins a cuestas.
La ventana no dividía espacios, era el espacio.
Era ese punto exacto donde algo en mí se reconoció.
Y entonces,
el niño que fui me miró.
No con reproche, sino con ternura.
Como quien por fin se reencuentra después de mucho no buscarse.
Seguimos así,mirándonos.
Habitándonos.
Hasta que el silencio,ese viejo sabio que siempre llega después, me dijo algo que guardo como quien guarda una llave:
"Nada que haya sido verdadero se pierde del todo;todo lo que fuiste habita en lo que sos…
y lo que sos,aunque no lo sepas,ya ha comenzado a abrazar lo que serás."
-
Autor:
Austin Mora (
Offline)
- Publicado: 7 de julio de 2025 a las 19:47
- Comentario del autor sobre el poema: Nota del autor Sobre “La ventana y el reflejo” Por Austin Mora Badilla Este poema nace de una tarde cualquiera, de esas que no se anuncian, pero que terminan marcando algo profundo en uno. No llovía, pero el cielo tenía ese gris suave, ese silencio que queda después del aguacero, como si el mundo entero estuviera entre respiro y respiro. Estaba acostado en el cuarto de mi casa —la que hoy comparto con mi esposa— cuando sonó una canción que tenía años de no escuchar: Carry On, de XXXTentacion. La misma canción que solía acompañarme a los catorce años, cuando vivía en mi casita en San Francisco de Asís. Recuerdo estar ahí, en la cama de mi cuarto de adolescente, con la ventana frente a mí. Solía quedarme mirando por ella, dejando que la música me llenara mientras pensaba en la vida, sin entender por qué a esa edad ya me dolía tanto. Había algo en mí que no sabía poner en palabras: una nostalgia sin origen, una melancolía sin motivo, un sentimiento de vacío que me hacía preguntarme cosas que no sabía ni cómo responder. Miraba los árboles, los carros pasar por la carretera… pero en realidad, buscaba respuestas. Quince años después, en otro cuarto, con otra vida, la misma canción vuelve a sonar. Y, sin planearlo, me senté de nuevo frente a la ventana. Pero esta vez no miré afuera. No vi el mundo. No vi los árboles, ni los carros. Vi el reflejo. Me vi a mí. Más grande. Más cansado. Más sabio. Y en ese reflejo, por alguna razón que no supe nombrar, vi también al otro: al muchacho que fui, acostado en esa cama de adolescencia, esperando. Fue ahí donde nació este poema. En ese punto exacto donde el tiempo se curva, donde uno no es solo quien es, sino también quien fue. Un momento donde la ventana ya no divide afuera y adentro, sino que se vuelve umbral entre dos versiones de uno mismo. Y desde ese umbral, desde esa memoria, desde esa melodía que no envejece, escribí. Porque hay canciones que no solo se escuchan, hay canciones que abren puertas que uno creía cerradas. Y hay ventanas que no dan al mundo, sino al alma.
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 8
- Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez, Scarlett-Oru, ElidethAbreu
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.