"Preguntas y caricias"

Qué fácil para el humano encontrar un dios,

pero que difícil caminar en la fe,

creer en el ser humano,

a punta de sabotaje y autodestrucción.

La suerte de encomendarse con el azar ganado,

excusado en el perdón, redimiendo lo apostado

e intentando expiar la deslealtad y cobardía

 frente al cielo de testigo,

siendo la comunión de rodillas

goteando los ojos sobre el caudal de un río helado.

Que presuntuoso mirar tibiamente

al hombre creado por el hombre,

cuando su madre rompe las nubes empujando las mareas,

susurrando entre hojas abrazadas en la copa de la vida.

A quien engaña la desesperación

ofreciendo compañía en una espera solitaria,

como no querer el vicio si se necesita del olvido;

si no se recordaran las sombras que razón tendría el altruismo,

a su tiempo, si no existiera el pecado,

qué precio tendría la libertad.

Cuánto cuesta la incertidumbre

en la tiranía de las leyes

sintiendo el desprecio social

atravesando las normas no escritas.

Quien habla de los dolidos si solo importa la cura,

la compra y venta de realizarse, del destino,

de ese que le pelean sin haberlo inventado,

creyendo tanto como se cree la propia mentira.

Que es lo que tanto se obedece,

las cadenas que se pulen y el hábito que se viste,

si supieran cuantos ángeles no quieren volver al cielo

se dejaría de invocar tantos demonios,

si supieras cuanto aprenderás

dejarías de llorar falsos velorios.

Final para la tierra que es donde todo queda,

donde la carne muere, donde existe el tiempo.

Inicio, para cada día o sol poniente

donde rima la existencia enseña la alegría,

tanto como quema, en donde las mismas lágrimas enfrían,

sanan, concilian y acarician.