VENENOSO ESCARMIENTO
Pedaleaba Dan tranquilo, bajo el sol de la mañana,
cuando a medio pavimento, vio una forma que lo llama.
Era una serpiente inmóvil, bajo el riesgo y la fiereza,
parecía estar herida… o fingía su tristeza.
Con el alma compasiva y el impulso de ayudar,
detuvo su bicicleta, sin pensar en el azar.
Asomo una de sus manos, como quien salva a un hermano,
sin saber que el veneno se escondía en su engaño humano.
De repente… ¡la mordida! como rayo en la piel viva,
un zarpazo de traición de la víbora furtiva.
La serpiente no entendía de bondad ni de nobleza,
su instinto fue atacar, sin culpa ni tristeza.
Dan cayó entre espasmos, luchando por respirar,
el veneno recorría su intento de amar.
Y allí, en su agonía, comprendió la lección:
no toda criatura entiende del corazón.
Fue un escarmiento amargo, un castigo sin razón,
por confiar en quien lleva muerte en su condición.
No todo lo que sufre merece redención,
pues a veces el peligro se disfraza de aflicción.
Sanó con cicatrices, no sólo en su piel,
sino en el alma herida por un acto tan cruel.
Desde entonces Dan enseña, con firme advertimiento:
“Sé sabio al dar tu mano… aprende del escarmiento.”
Roberto D. Yoro
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Autor:
Roberto D. Yoro (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 6 de julio de 2025 a las 00:17
- Comentario del autor sobre el poema: La serpiente no entendía de bondad ni de nobleza, su instinto fue atacar, sin culpa ni tristeza.
- Categoría: Naturaleza
- Lecturas: 5
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