"El hueco del olvido"

Nació del susurro que nadie escuchaba,

brotó como espina que nadie cuidaba.

Luchó contra el mundo sin ser protegida,

fue llama en la sombra, dolor sin salida.

El tiempo pasaba con pasos de hielo,

las fechas dolían clavadas al suelo.

Mientras otros reían al sol de su suerte,

su día pasaba con rostro de muerte.

Ni canto, ni abrazo, ni voz que celebre,

solo el calendario que calla y que hiere.

Miradas ausentes, promesas vacías,

silencio en la cumbre de antiguas heridas.

Los logros cayeron sin eco en la tierra,

como agua que escapa por grieta que encierra.

Sembró en la tormenta, regó con ternura,

recibió el desprecio, cosechó amargura.

En casas cercanas no hubo quien notara

que el alma dolía, que el pecho llorara.

Ni amigos, ni familia, ni gente cercana

volteó la mirada cuando más temblaba.

Ni aquellos que un día juraron cariño

dejaron un rastro, cruzaron su nido.

Fue solo en la fiesta que nunca empezó,

la vela encendida… que nadie sopló.

¿De qué sirve el pecho que late constante

si nadie lo escucha, si todos se espanten?

¿De qué sirve el gesto, la mano tendida,

si el mundo devuelve puñal y ceniza?

Ya no quedan flores en su calendario,

la vida fue invierno, jamás aniversario.

Hoy carga una rabia teñida de sal,

un grito en la espalda, un luto sin final.

Camina en la bruma de un mundo que calla,

con pasos de hierro, con alma sin talla.

Y aunque por dentro la sangre se agita,

por fuera es estatua que nadie necesita.

Yasuara Melgara