Vuelan bajo, se arrastran por el cielo,
como si el peso de esta gris ciudad
les recordara el hambre y su desvelo,
la herencia rota de la oscuridad.
Sobre techumbres sucias, oxidadas,
vigilan el mercado y su despojo,
las vidas que en las sombras son calladas,
la sed que bebe barro en cada arrojo.
Gallinazos de Lima, fiel emblema,
del tiempo circular que no perdona:
un bus, un poste, un niño sin poema,
una mujer que llora y no razona.
La urbe gira —cruel, desordenada—
como sus alas negras sin reposo.
No hay futuro en la esquina abandonada,
ni fe en el pan ni abrigo en el acoso.
Pero ellos siguen, dueños de este reino,
custodios de lo que no tuvo nombre.
Son la postal, el signo, el documento,
de una ciudad que olvida a quien no asombre.
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Autor:
Cronista sin puerto (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 4 de julio de 2025 a las 01:23
- Categoría: Sociopolítico
- Lecturas: 11
- Usuarios favoritos de este poema: El Hombre de la Rosa, Antonio Miguel Reyes, EmilianoDR
Comentarios1
Genial tu versar estimado poeta y amigo
Saludos desde Torrelavega
El Hombre de la Rosa
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